El agua es uno de los componentes más importantes para el ser humano, pues contribuye a regular la temperatura corporal, a proteger los órganos vitales, a facilitar la comunicación celular, a reconstruir el tejido muscular, entre otras funciones. Hoy, existe una gran variedad de opciones de agua para beber: agua potable, agua purificada, agua filtrada y agua de manantial.
En el caso de diferenciar el consumo de la misma, se puede mencionar que el agua de manantial es la que se forma en acuíferos súbterráneos que brotan a la superficie de la tierra y se nutren de los minerales de las piedras con las que entra en contacto hasta desembocar en un manto de agua con características especiales y que son propias de la región.
Este proceso de filtración puede apreciarse en lugares como la reserva de Sta. María, ubicada al pie del volcán Iztaccíhuatl, a tan solo 75 kilómetros de la Ciudad de México. Dentro de esta reserva, se encuentra un manantial que brota a 17ºC y logra mantener su composición mineral todo el año. Además, es muy diferente a las demás aguas de manantial, ya que tiene un pH natural de 7.4, lo que la hace alcalina sin ser sometida a ningún proceso químico.
Los trabajadores de la reserva tienen como objetivo contribuir a mantener un ambiente propicio para la generación del flujo de agua del manantial y ayudar a la conservación del equilibrio ecológico de la zona; también, asegurar que su composición mineral original llegue intacta a la botella. De esta manera, los cuidados que le dan a la reserva de Sta. María se encuentran libres de productos químicos para siempre asegurar que la calidad del agua sea excepcional.
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