El titular del gobierno del Distrito Federal (GDF), Marcelo Ebrard, fue electo presidente del Consejo Mundial de Alcaldes sobre Cambio Climático, expresando que los alcaldes del orbe salieron decepcionados de la Cumbre de gobiernos nacionales organizada por la ONU, pues no se llegó a un acuerdo sobre cómo enfrentar este fenómeno mundial ambiental.
“Seguiremos comprometidos a proveer el liderazgo continuo, necesario, para enfrentar los retos del Cambio Climático (CC) desde nuestras propias comunidades”, manifestó.
Estas ciudades ocupan menos del 1 por ciento de la superficie del Planeta, sin embargo, albergan más de 50 por ciento de la población mundial, ya que son los principales centros de comercio, finanzas, transporte y cultura; en ellas, se utilizan dos tercios del total de la energía transformada para el consumo humano.
En el pleno de esta reunión, paralela a la COP 15, el jefe de gobierno capitalino expresó que los retos a enfrentar por los alcaldes ante el calentamiento de la tierra son enormes y dijo que la Ciudad de México muestra signos de mejoría en la reducción de casi un 2 por ciento de sus emisiones.
“Los alcaldes estamos actuando porque nuestros ciudadanos quieren un futuro más verde y lo quieren hoy. Por eso, debemos continuar presionando a nuestros gobiernos nacionales a actuar y urgir a sus líderes a que consulten sus decisiones con nosotros más a menudo”, puntualizó.
PROTESTAS Y REPRESION
Copenhague celebró su reunión con el acoso permanente de miles de manifestantes que, cada día, disputaron centímetro a centímetro las calles y mostraron al mundo que es necesario implementar la mayor presión posible a los líderes mundiales para establecer convenios globales contra el CC.
Estas voces disidentes fueron vistas como no aptas para la visita de los más de 100 líderes de diversas naciones que no llegaron a ningún punto clave en esta nación nórdica.
Algunos manifestantes dijeron que querían transformar la conferencia global en una “asamblea popular” y al acercarse a las filas policiales éstas los rechazaron a bastonazos y con gases picantes.
Por citar un ejemplo del control que Dinamarca implantó para el control de las protestas ecologistas, está la ley bautizada como ’Antisinvergüenzas’, una norma que intentó poner control en los movimientos sociales, al conferir a la policía local poderes para realizar detenciones preventivas y ampliar las penas de prisión por actos de desobediencia civil.
De esa forma se puede detener a un civil hasta 12 horas si son sospechosos de violar el orden público. Si los detenidos son acusados de obstaculizar el trabajo de la policía, la pena aumenta a 40 días en prisión. Bajo esta norma se detuvo a un promedio de 400 activistas al día durante la COP15.
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