La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México, en su cuarto debate sobre la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027 y el Shale Gas, dio a conocer que ante el constante descenso de las reservas energéticas de México, la noticia proveniente de Estados Unidos en el sentido de que las reservas en gas y aceites de lutitas pueden compensar las carencias del país sin duda es esperanzadora.
Pero este producto, que se encuentra capturado en poros milimétricos de rocas sólidas presenta muchos desafíos para su explotación y esto fue objeto de discusión por especialistas en la mesa redonda “La nueva realidad de los combustibles no convencionales y sus implicaciones sociales, económicas y ambientales”.
En la discusión, Rosalba Mercado, investigadora de la UNAM dijo que “las tendencias de producción de hidrocarburos de Estados Unidos no se pueden extrapolar o replicar en México, debemos buscar nuestro propio modelo de producción de Shale Gas”.
Cuestión que fue motivo de coincidencia de los expertos al aceptar que la explotación de Shale Gas en México no resolverá la crisis energética a la que se enfrenta el país. “La producción de petróleo, gas y gasolina en México va a la baja y no ha crecido desde hace 15 años. Producimos 400 mil barriles diarios de gasolina y es necesario importar pues consumimos el doble”, explicó el director de la revista Energía a Debate, David Shields.
Por su parte, el Director General de Planeación e Información Energéticas, de la Secretaría de Energía, Javier Estrada, aseguró que el reto de México es “lograr la autosuficiencia energética la cual requiere producir 17 mil millones de pies cúbicos de gas, cuando la producción actual es de apenas cuatro mil. Durante los últimos 12 años hemos estado importando gas y cada vez necesitamos más”.
Y añadió que deben “desarrollarse los recursos de gas natural, convencionales y no convencionales, e ir configurando una nueva geografía de la productividad industrial. Esta crisis no podrá enfrentarse si se adopta el modelo estadounidense, pues el contexto económico, social y geográfico de México es muy distinto”.
Mientras que Fabio Barbosa, historiador y economista de la UNAM argumentó en el debate que la capacidad productiva de Estados Unidos es exponencialmente distinta a la mexicana, “mientras en Estados Unidos realizan una perforación en 12 días, en México tardan 10 meses. Mientras que un pozo estadounidense cuesta 2.8 millones de dólares, un pozo mexicano cuesta 25 millones de dólares, de los cuales se pagan entre cuarenta y cincuenta millones de pesos a compañías norteamericanas por el concepto de fracturación.”
Barbosa enfatizó que Estados Unidos es un país que desde el Siglo XVIII mapeó las rutas de gas lutita, mientras que en México la explotación de éste recurso data de la presidencia de Guadalupe Victoria. “La industria petrolera está regresando a las zonas pobres que exploró hace más de 20 años porque los grandes yacimientos están decreciendo aceleradamente”.
¿Puede México tener un abastecimiento de energía basado en el Shale Gas? La respuesta que hizo coincidir a los ponentes es que el Shale Gas no es una panacea rápidamente alcanzable, pues hacen falta tecnologías, proveedores, abastecimiento de agua, ductos de almacenamiento, expertos e ingenieros con técnicas y tecnologías especializadas.
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