De acuerdo a un escrito de Nele Marien, Co-coordinadora del Programa de Bosques y Biodiversidad de Amigos de la Tierra Internacional, la COP13 surge en respuesta a una crisis compleja en cuidado de biodiversidad que es tan amenazante y a la vez tan urgente como la crisis climática.
Ya que la biodiversidad se está agotando a un ritmo alarmante. Se está exterminando especies animales a un ritmo hasta cien veces más rápido que su ritmo natural de extinción. La última vez que el mundo experimentó tal ritmo de deterioro fue hace 65 millones de años, cuando desaparecieron los dinosaurios.
Desdichadamente, el problema no termina ahí. Especies genéticamente modificadas están contaminando la biodiversidad, al mismo tiempo que en muchos lugares del mundo las especies invasivas están pasando a ser predominantes.
Detalló que se ha destruido más que lo que puede soportar el equilibrio ambiental. “Estamos en el umbral de una destrucción de especies y ecosistemas que ya es conocida como la sexta mega-extinción mundial de biodiversidad. Esto no es un asunto menor”.
Mensaje que indicó, espera este en la agenda propuestas a considerar de los representantes de los 196 países que participaron al Segmento de Alto Nivel de la COP 13 de la Convención sobre Diversidad Biológica, que adoptaron la «Declaración de Cancún sobre la integración de la conservación y la utilización sostenible de la biodiversidad para el bienestar».
El Convenio sobre la Diversidad Biológica nació en 1992 para enfrentar esta crisis de agotamiento de la biodiversidad. Desde entonces, muchos planes y metas se han formulado, pero en realidad no se han registrado avances. Por el contrario, la situación se ha agravado progresivamente año a año.
La idea más reciente para conjurar esta tendencia es “integrar” la problemática de la biodiversidad en otros sectores e instituciones, empezando con los sectores de la agricultura, la forestería, la pesca y el turismo. Eso significa que la biodiversidad debería tornarse un elemento transversal a todos los sectores y agencias gubernamentales e intergubernamentales.
Lograr esto es importante, ya que hasta ahora los gobiernos nacionales y las empresas simplemente no le dan prioridad a las decisiones del CDB cuando diseñan sus planes económicos y de desarrollo. El crecimiento económico sigue siendo su meta principal.
Sin embargo, cada punto porcentual de crecimiento económico esquilma aún más las áreas naturales. Hoy, hay pocos lugares en el mundo que no hayan sido alterados por la humanidad.
Realmente no tiene mucho sentido establecer reglamentaciones y políticas ambientales si los países siguen funcionando como lo hacen ahora. Debemos preguntarnos entonces: ¿Tendrá la integración de la biodiversidad verdaderamente algún impacto?.
Es indudable que su propósito debería ser cambiar completamente el modo en que los gobiernos, instituciones internacionales y las empresas toman decisiones vinculadas con la biodiversidad o que la afectan.
Pero la propuesta que está actualmente en discusión sugiere lo contrario: simplemente «exhorta a los gobiernos a intensificar sus esfuerzos en pos de la integración de la conservación y uso sostenible de la biodiversidad». ¡No suena realmente como algo que vaya a frenar la tendencia actual!.
La propuesta de integración de la biodiversidad sí exhorta a los gobiernos a que incluyan la problemática de la biodiversidad en sus procesos de toma de decisiones intersectoriales. Una pregunta clave que todavía no ha sido resuelta es cómo garantizar que otras reparticiones gubernamentales tengan efectivamente en cuenta esta nueva recomendación del CDB. Pero sin evidencia que demuestre que han tenido en cuenta seriamente otras decisiones anteriores, ¿por qué habríamos de esperar que esta vez no ocurra lo mismo?
La integración de la biodiversidad es en sí misma una buena idea, ya que sí necesitamos que todos los tomadores de decisiones intervengan y se involucren. Pero es evidente que lo que se está proponiendo es muy marginal en la práctica. Simplemente no se condice con el cambio de sistema que verdaderamente se requiere para frenar la pérdida de biodiversidad.
– ¿Podría la integración de la biodiversidad repercutir negativamente?
Lamentablemente la respuesta es sí – puede tener impactos negativos monumentales. El CDB pretende sensibilizar y elevar la conciencia acerca de la importancia de la protección de la biodiversidad poniéndole precio. De hecho, la propuesta de integración apela reiteradamente a la Contabilidad del Capital Natural. Es decir, a adjudicarle un valor financiero a cada elemento de la Naturaleza, dependiendo de cuántos «servicios ecosistémicos» le brinde a la humanidad. Obviamente, sea cual fuere, esa cifra no puede plasmar el valor real de la naturaleza y hace caso omiso de otros valores culturales y sociales inherentes.
Además, los recursos humanos y financieros que se destinan a determinar el valor económico de la naturaleza son inadmisiblemente elevados, tanto las expediciones como los expertos altamente remunerados que contratan para ello. Sería mucho mejor utilizar esos recursos para proteger verdaderamente la biodiversidad.
Lo peor es que adjudicarle valor económico a la naturaleza a menudo se usa para ponerle precio. Las compensaciones de biodiversidad y los “Pagos por Servicios Ambientales” (PSA) son algunas de las propuestas que responden a ese enfoque.
La compensación de biodiversidad en realidad permite la destrucción de un ecosistema, siempre y cuando se cree o proteja otro ecosistema del mismo valor. Eso atenta contra la necesidad de frenar la pérdida de biodiversidad. Cualesquiera sean los mecanismos de compensación, generalmente conllevan problemas graves: ya sea que no ocurre en absoluto, que la “biodiversidad sustituta” es muy diferente al ecosistema original, o que transcurre mucho tiempo entre la destrucción de un sitio y la creación del sitio nuevo.
La integración de la biodiversidad incentiva los «Pagos por Servicios Ambientales» (PSA)
Los «Pagos por Servicios Ambientales» (PSA) son otros de los mecanismos de financiarización de la naturaleza. Implica pagarle a quien protege un ecosistema por los “servicios ambientales” que dicho ecosistema provee. Aunque los mecanismos de PSA no habilitan abiertamente a la destrucción de ecosistemas, están lejos de ser perfectos. Antes, se protegían algunos ecosistemas mediante legislación gubernamental. Bajo la aplicación de mecanismos de PSA, un ecosistema cesa de estar protegido por ley, sino que sólo se lo protege si existe un mercado económico para ello. Eso se torna muy problemático cuando se acaba el financiamiento de un mecanismo de PSA, debido a una crisis económica por ejemplo. También alienta a quienes no reciben PSA a creer que, como no les pagan por proteger, entonces tienen derecho a destruir ecosistemas.
La lógica de los PSA también priva de protección a los ecosistemas que no se encuentren en zonas consideradas económicamente ventajosas. En términos generales, los PSA allanan el camino a más destrucción del medio ambiente. Tal y como dice Claudia Ramos, de la organización ambientalista mexicana Otros Mundos A.C.: «Los Pagos por Servicios Ambientales socavan aún más los sistemas de manejo comunitario de bosques de los pueblos indígenas, trastornando su patrimonio cultural y natural.»
Lamentablemente, a pesar de todas estas fallas antedichas, la valorización y mercantilización de la naturaleza son unos de los componentes principales de la propuesta de integración de la biodiversidad. Los tomadores de decisiones parecen creer que el sector empresarial solamente les escuchará si se refieren a la Naturaleza en términos financieros.
Los verdaderos guardianes de la naturaleza son los Pueblos Indígenas y las Comunidades Locales
Existimos inevitablemente dentro de límites ecológicos y planetarios. Necesitamos informar y sensibilizar a los estamentos democráticos para que entiendan a cabalidad este asunto y garantizar que puedan y tomen efectivamente decisiones con independencia de presiones e influencia empresarial corporativa.
Lo más importante es que tenemos que garantizar que en la integración de la biodiversidad se incluya a quienes son los verdaderos guardianes de la naturaleza – los Pueblos Indígenas y las Comunidades Locales, que viven en los bosques y otros ecosistemas. Tal y como señala Nur Hidayati, de la organización ambientalista indonesa WALHI, “hemos demostrado que los bosques están mejor protegidos en nuestro país cuando los pueblos indígenas y las comunidades locales que viven en ellos pueden ejercer su derecho a gobernar sus propios territorios”. Dicha postura fue dada a conocer por parte de la organización: Otros Mundos A.C., que forma parte de la Federación Amigos de la Tierra Internacional.
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