El pasado 8 de septiembre se anunció el primer “Día Internacional de Baños de Bosque”, celebrando con esto el creciente movimiento de gente que se conecta al mundo natural buscando beneficios en su salud.
Esto deviene de la llamada Shinrin yoku, que es la práctica japonesa de apropiarse de la atmósfera del bosque, se ha diseminado como la planta del kudzu, a lo largo del mundo. No hay caminatas ni charlas de identificación de plantas y mucho menos trajes de baño — estas son las respuestas a algunas de las preguntas más comunes que los practicantes hacen a sus guías. Los bañistas de bosque simplemente se vuelven conscientes de sus sentidos, detalló la especialista en naturaleza, Clare Kelley, Guía de Terapia de Bosque certificada en biofilia en Washington, D.C., donde vive con más de 90 plantas de casa.
Las celebraciones del “Día de Baños de Bosque”, se llevarán a cabo a lo largo de los Estados Unidos y Canadá y también en Australia, Singapur, Alemania, el Reino Unido y España. “Todavía tengo que conocer a alguien que necesite ser convencido de que los baños de bosque son benéficos”, remarca Amos Clifford, el fundador de la Asociación de Guías y Programas de Terapia de Naturaleza y Bosque en los Estados Unidos, quien ha certificado a más de 550 Guías de Naturaleza y Bosque en 40 países desde el 2013.
El Día Internacional de Baño de Bosque es el resultado de un proyecto final de entrenamiento de dos guías; Everett Marshall y Tam Willey. Los futuros guías atienden un entrenamiento dentro de un programa de seis meses que incluye 8 días de capacitación intensiva, al que siguen seis meses de prácticas.
El baño de bosque ofrece una experiencia fundamentalmente distinta: una desconexión mental intencional. En lugar de desconectarse de sus sentidos y enfocarse, los bañistas de bosque se deleitan en recorrer el mundo natural a través de una experiencia sensorial. Los guías cuentan con la habilidad de desaparecer las apuraciones de la vida cotidiana, ayudando a los bañistas a recuperar la capacidad de asombro y la curiosidad.
La ciencia describe lo que se sabe intuitivamente: un reciente análisis que se publicó en la edición de octubre 2018 de Investigación Ambiental – Environmental Research, publicación estadounidense concluyó que las personas que pasan tiempo en espacios verdes mostraron reducciones, estadísticamente significativas, en la presión arterial diastólica, los niveles de cortisol en la saliva, la frecuencia cardiaca, y decrementos en la incidencia de mortalidad por diabetes y padecimientos cardiovasculares.
“Cuando tu guía sugiere que te acuestes bajo un árbol y pruebas la lluvia que cae en tu boca, sentirás que esto no solamente te hace sentir bien, sino que probablemente también está teniendo un efecto positivo en tu salud”, escribió Melanie Choukas-Bradley, una Guía de Terapia de Bosque en Washington, D.C. y autora de La Alegría del Baño de Bosque: Reconéctate con los Lugares Salvajes y Rejuvenece tu Vida.
En el tema de salud, la Dra. Suzanne Bartlett Hackenmiller, una ginecobstetra y médico en Cedar Falls, Iowa, remarcó que “la naturaleza es una gran medicina. Los pacientes reportan mejoras prolongadas y bien marcadas en su salud física y psicológica después de acompañarme un par de horas en la terapia de bosque”. La receta de naturaleza no solamente es para los amplios campos de Iowa. Los médicos en sitios urbanos envían a sus pacientes a parques locales, haciendo a la naturaleza lo más accesible como sea posible.
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