Este día el Papa Francisco se reunió con los Jefes de Estado y de Gobierno, Embajadores, diplomáticos y funcionarios políticos de 170 países del mundo, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en donde pronunció un histórico discurso en español.
En la 70° Asamblea General de esta organización, en donde estuvo presente Ban Ki-moon, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, el representante de la Iglesia Católica alzo la voz
para que los gobiernos del mundo escuchen a todos aquellos que anhelan soluciones urgentes y efectivas sobre la preservación de un Medio Ambiente.
Dijo que la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la Cumbre mundial que iniciará hoy mismo, es una importante señal de esperanza. Y confío también que la Conferencia de París sobre el cambio climático logre acuerdos fundamentales y eficaces.
La crisis ecológica, junto con la destrucción de buena parte de la biodiversidad, puede poner en peligro la existencia misma de la especie humana. Las nefastas consecuencias de un irresponsable desgobierno de la economía mundial, guiado solo por la ambición de lucro y del poder, deben ser un llamado a una severa reflexión sobre el hombre.
El mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural
Indicó que ante todo, hay que afirmar que existe un verdadero «derecho del ambiente» por un doble motivo. Primero, porque los seres humanos somos parte del ambiente. Vivimos en comunión con él, porque el mismo ambiente comporta límites éticos que la acción humana debe reconocer y respetar. El hombre, aun cuando está dotado de «capacidades inéditas» que «muestran una singularidad que trasciende el ámbito físico y biológico» (Laudato si’, 81), es al mismo tiempo una porción de ese ambiente. Tiene un cuerpo formado por elementos físicos, químicos y biológicos, y solo puede sobrevivir y desarrollarse si el ambiente ecológico le es favorable. Cualquier daño al ambiente, por tanto, es un daño a la humanidad.
Segundo, porque cada una de las creaturas, especialmente las vivientes, tiene un valor en sí misma, de existencia, de vida, de belleza y de interdependencia con las demás creaturas.
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