Tras evitar que 50 por ciento de los vehículos automotores con número de placas nones circularan en la inmensa y bella ciudad de París, así como en 22 municipios conurbados, los 12 millones de parisinos tuvieron una mejor calidad del aire, toda vez que la contaminación por partículas suspendidas se redujo 40 por ciento.
La medida se aplicó el pasado 23 de marzo porque la polución estuvo muy alta durante varios días. Incluso, rebasó el máximo permisible de 50 microgramos por metro cúbico y se impuso un nuevo récord de 80.
Ante esta situación, las autoridades locales decidieron restringir por tercera ocasión en la historia, la circulación. Por salud pública, se prefirió sacar de la circulación a la mitad de los automotores.
Como era de esperarse, esta medida fue aplaudida por la parte de la población que no se afectó y por los transeúntes. Sin embargo, los que sí lo fueron echaron pestes contra las autoridades.
Hay que señalar que siendo París una ciudad altamente turística, la medida no se impuso a los vehículos con placas del extranjero, toda vez que se buscó proteger al máximo al turista.
Sin embargo, la alcaldesa París, Anne Hidalgo, excluyó de la restricción a los vehículos eléctricos, híbridos, a gas o aquellos que lleven al menos tres personas y se facilitó a todos aquellos que usaron bicicletas para trasladarse.
Asimismo, la gobernante destacó que el 21, 22 y 23 de marzo, el transporte público para todos quienes se movilizaron de esa forma, fue gratuito.
La alcaldía pagó el dinero que no percibieron los prestadores del servicio de transporte público, por lo que cada día tuvo que desembolsar 6 millones de euros.
Sin embargo, Hidalgo destacó que el costo que pagó por el transporte gratuito sirvió para estimular a que la gran mayoría de las personas dejara su auto en casa y resultó barato porque se protegió la salud y vida de los habitantes y ambas no tienen precio.
Otro de los buenos resultados que se tuvo en la medida tomada es que los atascos se redujeron hasta en 63 por ciento, lo que habla del buen resultado que se logró con la restricción, que se volverá aplicar en el momento en que sea necesario.
Dado los buenos resultados obtenidos, las autoridades parisinas asentaron que buscarán la forma de implantar la restricción vehicular, si no todos los días, al menos, sí cada lunes.
De acuerdo con los funcionarios, se acordó aplicar una multa de 22 euros a todos aquellos que no respetaran la medida y, desde luego, con la consecuente inmovilización del vehículo. Incluso, se dijo que la multa subiría 36 euros si el infractor no la pagaba en los tres primeros días.
Por lo que toca a las dos anteriores ocasiones que se aplicó la restricción; la primera data de 1997 y la segunda, el 17 de marzo de 2014.
RACIONAMIENTO DEL ESPACIO VIAL
Le informamos que la restricción artificial de la demanda ante la escasez de capacidad vial se denomina en economía racionamiento del espacio vial. Pero, además, no crea que esto es algo nuevo, como un mal de nuestros tiempos.
En el año 45 de nuestra era, en los tiempos del imperio romano, Julio César restringió la circulación de carruajes y coches porque entonces ya se registraban serios problemas de congestionamiento. De 6 a 16 horas sólo podían transitar sacerdotes, oficiales, visitantes y ciudadanos de alto rango.
Ahora, el racionamiento del espacio vial se aplica en una o varias ciudades de diversos países, entre ellos: Bolivia, Brasil, Chile, China, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Francia, Grecia, Honduras, Italia, México, Reino Unido y Venezuela.
En la ciudad de México, Bogotá, La Paz, San José, Santiago, Atenas y Sao Paulo, la restricción vehicular se aplica todos los días, dado que la contaminación se encuentra totalmente fuera de control.
Además, los gobiernos han encontrado otras formas de hacerse de recursos económicos gravando más el uso del automóvil con algo que se llama “tarifa de congestión”, lo que en economía de mercado se refiere al uso de mecanismos de precios con el fin de cobrar al usuario externalidades negativas generadas por la demanda en horas pico, cuando la oferta disponibles de un bien público es insuficiente para satisfacer la demanda.
Los especialistas detallan que dicho concepto lo aplican para poner un nuevo recargo, tarifa e impuesto pigouviano, como es el caso de las carreteras. Por ejemplo, en Londres se cobra un peaje urbano y en Singapur y Estocolmo, entre otras ciudades europeas, hay que pagar un impuesto de congestión.
Por lo que toca a Lima, que es una de las grandes muy poblada y contaminada, no tiene planes para restringir la circulación, sino, por el contrario, lo estimula, porque cada vez, hace vías más amplias.
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