La industria maderera y sus derivados padecen terrible crisis sin precedentes, debido a políticas equivocadas de desarrollo rural y una sobrerregulación que impide el aprovechamiento sustentable de los recursos forestales. Incluso, esta situación ha llevado a que se tenga importar materia prima de Estados Unidos y Chile, así como que se reactive con creces la tala ilegal que satisface al 30 por ciento de la demanda nacional y es responsable del 8 por ciento de la deforestación.
Así lo denuncia el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible que indica que la política forestal ha desaprovechado el crecimiento de un mercado interno de consumo de madera y otros productos forestales que podría dinamizar la economía rural de México y contribuir a la conservación activa de los bosques y selvas.
Las importaciones de productos forestales y celulósicos generaron un déficit histórico en la balanza comercial forestal de 6,005.95 millones de dólares en 2013.
Para el año 2030 se prevé un crecimiento de la brecha entre producción y consumo de 23 millones de metros cúbicos de madera que representarían un diferencial de 383 por cien to con respecto a la producción nacional actual.
Es necesario eliminar la sobrerregulación hacia los aprovechamientos forestales y mejorar la aplicación del presupuesto destinado al desarrollo económico del sector forestal para alcanzar las metas del Programa Nacional Forestal 2014-2018.
Por otro lado, el Programa Nacional Forestal 2014-2018 (Pronafor) indica que existen 15 millones de hectáreas de bosques y selvas con potencial para el aprovechamiento maderable con buenas condiciones de rentabilidad financiera. Sin embargo, sólo 7.4 millones de hectáreas cuentan con permisos de aprovechamiento y son éstas las que sustentan la producción forestal maderable.
Detrás de la crisis del sector forestal mexicano y la destrucción de empresas, sobre todo las comunitarias, están los impactos que deja en las economías locales, la destrucción de empleos rurales, la pérdida de inversiones por parte de los propietarios para mantener los bosques y selvas protegidos de talamontes, incendios y plagas, y la disminución en los medios de vida de casi 11.5 millones de mexicanos que viven en las regiones forestales.
Difícilmente habrá una solución social, económica y ecológicamente viable si las políticas y programas gubernamentales siguen dando prioridad a las acciones asistenciales y al enfoque de “no tocar el bosque” en lugar de apostar por la creación de capacidades locales que permita la reactivación de economía forestal y la generación de riqueza, el fortalecimiento de las economías rurales y la mejora en el bienestar de las personas.
MERCADO INTERNO Y LA CRECIENTE BRECHA DE PRODUCCIÓN Y CONSUMO
De acuerdo con estadísticas oficiales de la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat), institución responsable de la política y regulación del sector forestal, en 1990 el Consumo Nacional Aparente de madera de escuadría fue de 5.73 millones de metros cúbicos rollo (m3r) mientras que la producción maderable fue de 5.53 millones m3r. Esto produjo un déficit de 0.2 millones m3r que representó un 3 por ciento con respecto a la producción.
Derivado de la apertura económica, el crecimiento del consumo de productos forestales y el inicio de una política que fue relegando al sector productivo para privilegiar la protección restrictiva de los ecosistemas forestales, la brecha entre consumo y producción maderable creció para el 2000 a 1.84 millones m3r (28 por ciento con respecto a la producción).
Esta brecha siguió creciendo con el tiempo debido al crecimiento continuado del consumo y a la caída de la producción nacional durante los siguientes años hasta alcanzar 7.24 millones de m3r que representaron 171 por ciento con respecto a la producción para el año 2013.
Asimismo, se aprecia que para 2012, la producción y consumo de escuadría de madera en México era muy desproporcionada. Mientras que la producción fue ligeramente arriba de 4 millones de metros cúbicos de madera en rollo, el consumo superó los 18 millones.
Si esta situación se mantiene en el tiempo y se consideran todos los productos maderables que cuentan con información estadística de la Semarnat (escuadría, madera para celulosa, chapa, triplay, postes, pilotes, morillos, madera para combustible y durmientes), las proyecciones permiten prever un crecimiento de la brecha entre producción y consumo de 15.4 millones m3r en el 2013 hasta niveles cercanos a los 23 millones de m3r para el 2030 que representarían un diferencial de 383 por ciento con respecto a la producción nacional.
IMPACTOS SOCIALES Y ECONÓMICOS DE LA CRISIS FORESTAL
No existen cifras actualizadas del sector forestal mexicano y mucho menos estadísticas que permitan conocer de forma precisa los impactos de la crisis del sector. Sin embargo, el comparativo de los Censos Económicos 2004 y 2009 registró para el periodo de cinco años el cierre de 95 unidades económicas de la industria forestal (aserraderos y fábricas de laminados y aglutinados de madera) y se estima que durante los últimos cinco años al menos un número similar de empresas también han dejado de operar afectando la producción y la economía de estados como Durango, Chihuahua, Oaxaca, Michoacán, Quintana Roo y Campeche.
El cierre de las empresas forestales tiene impactos inmediatos y directos sobre la producción y la economía rural que normalmente pasan desapercibidos en las cifras nacionales. Sin embargo, el cierre de las 95 unidades económicas reportadas por el Censo contribuyó de manera importante a la caída del 14 por ciento de la producción bruta total maderable para el periodo y una pérdida estimada del 18 por ciento del empleo del sector.
De acuerdo con la FAO, en 2004 México contaba con 98,000 empleos en la silvicultura y el aprovechamiento forestal y 496,515 empleos en la industria forestal, lo cual implica que durante el periodo 2004-2009 se habrían perdido 107,013 empleos directos en las regiones forestales del país, donde esto puede implicar el mismo número de familias que dejaron de contar con ingresos de actividades productivas forestales para mantenerse.
Para el periodo 2010-2014 no existen cifras pero en la realidad el cierre de empresas forestales se ha mantenido con sus consecuencias sobre el empleo y las economías rurales.
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