Debido a los problemas actuales que padece el medio ambiente, como la contaminación o el calentamiento global, es importante la colaboración de todos para la preservación y cuidado del planeta y aunque es un tema grande, no exime a los niños.
El involucrarlos con actividades lúdicas, juegos y el ejemplo, será la clave para que los pequeños aprendan estos valores.Educar con el ejemplo es la base de cualquier aprendizaje. Los niños aprenden por imitación, sobre todo de las personas cercanas a ellas y que ellos consideran referentes. Por ello, la educación ambiental comienza por nosotros mismos. Si los pequeños nos ven tirando la basura en lugar indicado y separándola o bien apagar las luces cuando no se necesitan y utilizando sólo el agua necesaria, ellos harán los mismo.
No hace falta convertirse en un activista o un profesional ambiental para preocuparse por nuestro entorno, basta con asumir en nuestra vida diaria sencillos hábitos ecológicos que, además de contribuir a cuidar el medio ambiente, ahorran dinero como lo son: cerrar el grifo y no abusar en la ducha, apagar los aparatos o las luces si no se utilizan, son hábitos básicos que los niños los asumen. Cuando se funda una bombilla, se puede ir con el niño a comprar una de bajo consumo y explicarle las ventajas ambientales y económicas de ahorrar electricidad.
La labor de concienciación debe ser constante, diaria, práctica y con mucha paciencia. Hay que repetir las veces que sea necesario los consejos o las pautas que el niño debería adquirir. En vez de castigar las malas conductas ecológicas, es preferible reforzar y premiar las buenas. El niño lo interiorizará como algo positivo y le quedará mejor grabado para el futuro.
Es primordial que los niños comprendan que su vida depende del medio ambiente y que, si no se cuida, no podrá respirar, beber agua, comer, vestirse, jugar fuera de casa, etc. Además de cómo, hay que explicarle al niño por qué. Si se le enseña que al lavarse las manos no hay que malgastar el agua y solo usar la cantidad necesaria de jabón, hay que comentarle también, que el agua es un recurso escaso del que dependemos.
Reducir, reutilizar, y reciclar. La regla de las tres erres es un hábito de consumo ecológico básico según el cual lo más importante es reducir el uso de recursos, después reutilizar los productos para alargar su vida útil y, una vez que el producto no se puede emplear más, reciclarlo.
Hay que consumir de forma responsable. Los juguetes se pueden compartir, arreglar para que duren más, hacerlos en casa con materiales reciclados, o comprarlos de segunda mano. También se pueden colocar unos contenedores de colores en casa para que los niños aprendan a diferenciar los residuos y reciclarlos.
Siempre que se pueda, hay que ir con ellos a espacios naturales, de preferencia a fuera de la ciudad, pero si no se puede, un parque urbano o un jardín botánico también va a ser geniales para pasear, hacer excursiones, practicar juegos al aire libre; para disfrutar de ella con respeto, evitar tirar residuos, no hacer fuegos, etc., dejarlos que se manchen las manos, que se suban a un árbol, que investiguen y observen, y si es posible, plantar un árbol.
El contacto con la naturaleza es necesario para conocer su importancia y tener conocimiento real de lo que causan los malos hábitos.
Actualmente hay libros, videos o hasta videojuegos que te ayudarán para que los infantes se relacionen de una mejor manera al respecto, y tengan más y mejor conocimiento sobre su entorno y sepan cómo y por qué cuidarlo. Sólo necesitan que tú tomes la iniciativa y lo demás se irá dando sólo.
COLABORACIÓN DE EARTHGONOMIC MÉXICO, A.C. Nuestra misión es fomentar el desarrollo de la sociedad en armonía con el entorno natural y el respeto a los seres vivos. Para más in información visita: www.earthgonomic.org @Earthgonomic y /Earthgonomic
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