México se ubica en cuarto lugar mundial en cuanto a biodiversidad se refiere. Bien lo asume el Presidente Enrique Peña Nieto. En la celebración del Día Mundial del Agua lo señaló oportunamente. Oportuno es referirse a uno de los caros bienes del país, el líquido. A fuerza de repetir lo vital de su existencia, semejante consideración se desvanece en lo cotidiano de quienes lo tienen y de los que carecen de él.
Filósofos de la antigüedad helénica decían que cuatro eran los elementos de la Naturaleza: agua, tierra, aire y fuego. Los tres primeros constituyen el marco primario donde la biodiversidad ocurre. En ésta componente esencial es el ser humano.
¿El fuego? Todo lo purifica, pero también todo lo consume, la vida misma. Fuego, calor, calentamiento global, Cambio Climático, consumo energético, uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas, uranio); posibilidad de energías alternativas. Unas resultado del uso de la gasificación de desperdicios orgánicos. Otras no se acaban: energía solar, eólica, geotérmica, hídrica (generada por ríos o mareas). Las hay más limpias, biocombustibles.
Son conceptos vinculados a uno que los engloba: el hábitat. La casa del hombre y de los seres vivientes que le acompañan. Una casa en riesgo. De ello hay cada vez más conciencia en las élites rectoras: gobiernos, comunidades científicas, académicas. En comunidades informadas, sociedad, empresarios. Aunque entre éstos hay los que privilegian la ganancia sobre el interés de lo humano.
Falta llegar a la generalidad de las personas. A quienes en su hacer diario pueden contribuir a hacer de la nuestra una casa habitable para los de hoy y los de mañana, y aún los de más allá. Hasta cuando colonicemos otros mundos.
Mientras tanto, escuchemos atentos las propuestas del presidente de México. Apuntan a hacer del nuestro un entorno limpio, sano. Propicio para la vida de las especies que componen esa biodiversidad que ubica a nuestro país en el cuarto lugar mundial de importancia.
Enrique Peña Nieto ha hecho del llamado al desarrollo sustentable un componente indispensable en su discurso. En su toma de posesión, en el mensaje agrarista del 6 de enero, en encuentro con prestadores de servicios turísticos, en la reunión con el personal del servicio diplomático de México, en la celebración del Día Mundial del Agua, en la ceremonia de entrega de cartas de naturalización a nuevos mexicanos. La sustentabilidad es uno de los ejes de su política y por ella continuará el camino de nuestro desarrollo.
El cuidado del Medio Ambiente es asunto de interés mundial. El gobierno mexicano lo asume a plenitud. Más allá, en el parteaguas que vive la iglesia católica, su Santidad Francisco, en su homilía de entronización, se refirió al respeto por la Naturaleza que profesaba el santo de Asís del que ha tomado el nombre, y exhortó a quienes ocupan puestos de responsabilidad a «custodiar la creación» y a ser «guardianes del otro (ser humano) y del ambiente» (euroXpress Portal de noticias de la Unión Europea, 22 de mar. 2013)
El Vaticano ratifica la posición de Benedicto XVI, expresada en su pontificado, continuidad de Juan Pablo II, que en 1979, proclamó al Santo de Asís patrono de los ecologistas.
¿Qué falta? Articulación de cuanto en materia ambiental ha expuesto el Presidente Enrique Peña Nieto. Que el esfuerzo por la preservación del medio sea un esfuerzo real del Estado mexicano que involucre a gobierno, en sus tres poderes y sus tres órdenes, y a los gobernados. Que el poder ejecutivo que encabeza el presidente asuma cabalmente sus tareas en la transversalidad que él propone; no hay dependencia ajena. Que se siembre en todos la conciencia de que con el medio nos salvamos todos o no se salva nadie.
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