En el marco de la 13ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad (COP13), diversas organizaciones civiles (ONGs), la calificaron como una convención que no es una COP [Conferencia de las Partes, es decir la reunión de los gobiernos miembros de la CBD u cualquier otra convención de Naciones Unidas, donde se cambiará el mundo. Es un espacio de trabajo complementario a la labor cotidiana de resistencia, movilización y transformación llevada a cabo desde el ámbito local conjuntamente con comunidades locales y Pueblos Indígenas.
Este evento ha sido sitio de análisis de que la naturaleza necesita una gran cantidad de dinero para poder conservarla pues ésta se pierde a un ritmo cada vez más acelerado y preocupante. Las causas son diversas pero una en la que se hace énfasis desde el discurso dominante, es que al ser la biodiversidad un bien común, nadie la protege.
Al mismo tiempo, los países mayoritariamente del Sur que poseen esa biodiversidad, no cuentan con los recursos financieros para protegerla, mientras que los países industrializados cada vez aportan menos fondos a pesar de sus obligaciones internacionales en este tema del financiamiento. Se pensó entonces en el sector privado, pero el sector privado no está dispuesto a financiar si a cambio no recibe “un retorno” de su inversión. De esta forma, es necesario encontrar nuevos mecanismos financieros – algunos basados en el mercado – que hagan posible este financiamiento y nuevas ganancias.
Este tipo de mecanismos financieros son conocidos en la CBD como “innovadores”. Sin embargo y debido a que generaron oposición dado que mostraban una inclinación por aquellos basados en el mercado, en la COP 12 se empezó a hablar de mecanismos financieros para la biodiversidad.
La CBD se refiere a seis tipos de mecanismos financieros innovadores entre los cuales destaca la reforma fiscal ambiental, el pago por servicios ambientales y la compensación en biodiversidad.
Un panel creado por el CBD y llamado ‘el Panel de Alto Nivel en la Evaluación Global de Recursos para la Implementación del Plan Estratégico para la Biodiversidad 2011 – 2020’, añade otros más entre los cuales destaca los permisos comerciables y la compensación. Varios de estos mecanismos, lo que hacen es abrir la puerta a nuevos negocios que pueden generar muchos recursos económicos para el beneficio de las mismas empresas que son las responsables por la destrucción de la biodiversidad.
Así, en lugar de solucionar el problema de fondo que es la pérdida de biodiversidad, más bien la aceleran. Además, la idea de compensar daños en materia de biodiversidad es absurda y perversa dado el carácter único de cualquier especie o ecosistema.
Se afirma por quienes promueven este tipo de mecanismos y además abrazan la economía verde, que estos serán exitosos en el tanto la biodiversidad cuente con una valoración económica puesto que sin ella, no puede existir ni el precio ni los negocios. En las Metas de Aichi (1, 2 y 20) (3) se sostiene la importancia de la valoración económica que en la vida real, es muy difícil de separar del precio.
Con precio, se hace posible la Financiarización de la Naturaleza (FN) entendida como una nueva forma de privatizar la Naturaleza y también, las formas de existencia y vías de subsistencia de numerosas comunidades locales y Pueblos Indígenas que viven, existen y dependen de la misma. La FN también intenta reemplazar la legislación nacional e internacional por pagos, así que quien tiene recursos financieros prefiere pagar por los daños que crea en lugar de acatar las leyes, lo que incluye sanciones.
La FN se presenta siempre a través de proyectos piloto, instrumentos o políticas como algo muy técnico y complejo tratando de ocultar que conlleva una visión del mundo distinta a la que tenemos desde las comunidades, los movimientos y organizaciones que trabajamos por la justicia social. Al presentarse de esta forma, quienes promueven la FN ocultan la discusión sobre las relaciones de poder que provocan la crisis ambiental actual y sobre las responsabilidades en la creación de la misma. Ambos aspectos son necesarios a abordar para encontrar soluciones reales que conlleven a largo plazo, la superación de la crisis ambiental actual.
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