El modelo de producción agrícola que predomina hoy día no es adecuado para los nuevos retos de la seguridad alimentaria del siglo XXI. Por lo tanto, se debe hacer una agricultura climáticamente inteligente y otra, agroecología, así lo aseveró el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, José Graziano da Silva, a ministros, científicos, agricultores y representantes de la sociedad civil reunidos en el Foro Internacional sobre Agricultura y Cambio Climático, organizado por el gobierno galo en París.
Un nuevo enfoque prometedor, dijo es lo que se conoce como agricultura climáticamente inteligente que lleva a ajustar las prácticas agrícolas para hacerlas más adaptables y resilientes a las presiones ambientales, mientras que al mismo tiempo se reduce el propio impacto de la agricultura sobre el medio ambiente.
La FAO alberga la Alianza Mundial por una agricultura climáticamente inteligente, establecida en septiembre pasado por la Asamblea General de la ONU con una amplia coalición de partes interesadas, incluyendo gobiernos, agricultores y productores de alimentos, procesadores y vendedores, organizaciones científicas y educativas, actores de la sociedad civil, organismos multilaterales e internacionales y sector privado.
La Alianza trabaja para promover el incremento sostenible y equitativo de la productividad agrícola y los ingresos; crear una mayor resiliencia de los sistemas alimentarios y medios de vida agrícolas; y lograr reducir o eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero en la agricultura.
Asimismo, Graziano da Silva asentó que también la agroecología, como una forma prometedora para hacer avanzar la producción alimentaria de manera más sostenible. Este enfoque utiliza la teoría ecológica para estudiar y gestionar los sistemas agrícolas con el fin de hacerlos más productivos y que conserven mejor los recursos naturales.
PELIGRO CLARO Y PRESENTE
El Cambio Climático no sólo afectará a la producción de alimentos, sino también a su disponibilidad y estabilidad de suministros. La agricultura tiene un papel potencialmente importante que desempeñar, no sólo para garantizar la seguridad alimentaria, sino también para aumentar la resiliencia ante los efectos del cambio climático y en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el hombre, expresó Graziano da Silva.
Hizo hincapié al señalar que las consecuencias del cambio climático ya no son una amenaza previsible. Ahora son una realidad totalmente clara ante nuestros propios ojos. En una economía mundial interdependiente, el Cambio Climático hace que el mercado global de productos agrícolas sea menos predecible y más volátil.
También recordó el importante papel que desempeñan los suelos sanos, pues albergan al menos una cuarta parte de la biodiversidad del mundo y son clave en el ciclo del carbono; ayudan a mitigar y adaptarnos al cambio climático.
HAMBRUNA
En el pasado, creíamos que acabar con el hambruna en el mundo era fácil, porque solamente se requería producir más. Sin embargo, hoy día que en que la agricultura genera más alimentos de los que se requieren sabes que no es fácil y prueba fehaciente de ello es que en el planeta existen 805 millones de personas que no tienen lo suficiente para comer de forma regular y 100 millones más con hambre crónica.
Si el hambre sigue siendo un problema, entonces es claro que la producción de alimentos no es una condición suficiente para la seguridad alimentaria, esto significa que la forma en que estamos produciendo ya no es aceptable, asentó.
Lo que tenemos hoy todavía es principalmente un modelo de producción que no puede evitar la degradación de suelos y pérdida de biodiversidad, ambos son bienes esenciales, especialmente para las generaciones futuras. Este modelo debe ser revisado. Necesitamos un cambio de paradigma: los sistemas alimentarios deben ser más sostenibles, inclusivos y resilientes, aseveró.
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