Pronatura Noroeste y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) firmaron un convenio de colaboración con miras a fortalecer los trabajos de conservación de los ecosistemas que conforman la Laguna de San Ignacio, y sentaron las bases para el establecimiento de una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA), con ello se protegerán más de 80 mil hectáreas.
Martín Gutiérrez, Lacayo, Director General de Pronatura México A.C. indicó que el éxito de la Laguna de San Ignacio es de todos y destacó que la alianza por la conservación es un ejemplo de como pueden trabajar la iniciativa privada, el gobierno federal y la sociedad civil mediante el uso de herramientas que garanticen la conservación de los recursos marinos. Hizo especial énfasis en el trabajo desarrollado por las comunidades que habitan esta área natural protegida.
El plan de trabajo a realizarse en esta Área Protegida tendrá una duración de 10 años y contempla tres fases: vigilancia, monitoreo y seguimiento, así como el establecimiento de un protocolo de atención a contingencias ambientales.
Se desarrollarán actividades como la elaboración de una línea base de flora y fauna: listado de la biodiversidad local y su estado de conservación actual; monitoreos periódicos de poblaciones de flora y fauna; actividades de manejo y restauración de especies vulnerables y recorridos de vigilancia y verificación para limitar actividades que pongan en peligro el ecosistema en general.
La Laguna de San Ignacio tiene 400 kilómetros de costas marinas, de los cuales 320 corresponden a áreas de humedales y manglares. Estos ecosistemas en su conjunto albergan una gran cantidad de especies de flora y fauna, incluyendo especies como la ballena gris, las tortugas marinas, los halcones peregrinos, las águilas calvas y las águilas pescadoras y forma parte de la Reserva de la Biosfera el Vizcaíno.
Entre los muchos pendientes que tendrá que resolver Miguel Ángel Mancera, está el de la seguridad en el Metro, en el transporte público en general. Los usuarios se sienten frecuentemente amenazados por grupos de jóvenes que exhiben conductas vandálicas; por “faquires” que abordan convoyes provistos de montones de vidrios que tienden en el piso para acostarse sobre ellos; por personas que suben, en parejas, para pedir ayuda, acaban de salir, dicen, de algún reclusorio y antes que robar prefieren pedir. Hace algunos días, en una de las rutas abordó el tren un joven de unos 17 años, brazaletes en las muñecas, uno con filas de pequeños conos de acero, otro con puntas de clavo.
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