Sustentabilidad

Recorriendo y conociendo las arterias viales de la CDMX

Por: Mariana Cerqueda Segundo

La alguna vez llamada por el Barón de Humbolt, la “Ciudad de los Palacios”, hoy flamante Ciudad de México (y no ese feo nombre de Distrito Federal), es una gran urbe con enormes, bellas, pero también congestionadas avenidas. Una la recorre totalmente de Norte a Sur (Insurgentes), otra solamente de una parte hacia las salidas (Zaragoza) y otra abarca la parte central de su corazón político y financiero y que alguna vez pretendió unir al Palacio Nacional con el Castillo de Chapultepec (Paseo de la Reforma). Son éstas, quizá, las avenidas más simbólicas de esta gran urbe y que igual son ejemplo de su padecimiento vehicular.

Empezaremos por la más bella, Paseo de la Reforma. Cuentan las historias que Carlota y Maximiliano, en sus sueños imperiales en México (1865-1867), al asomarse por las ventanas del Castillo de Chapultepec, su residencia, veían a lo lejos el Palacio Nacional, sede política del Gobierno. Y pretendieron unirlos por una avenida frondosa que se asemejara a los Campos Elíseos, allá en Paris, Francia. Y mandaron construir una avenida que las uniera. El resultado fue lo que en ese entonces se llamó Paseo de la Emperatriz, y donde incluso se le impedía el paso a la gente común y corriente para que la Emperatriz Carlota pudiera disfrutar a su antojo del camino.

Al fracasar estrepitosamente esa aventura imperial por obra y gracia del Benemérito de las Américas, Benito Juárez, esa avenida obviamente cambió de nombre. Y para rematar el triunfo juarista, se le puso precisamente la denominación de Paseo de la Reforma.

Ahí aparecieron los primeros rascacielos de la ciudad en la época del Milagro Mexicano y hoy se confirma ello al tener en sus espacios a los edificios más altos de esta metrópoli. La Torre Mayor, junto con la Torre BBVA Bancomer, son hoy en día testigos del frenético movimiento del tráfico a sus pies.

Lo más relevante de esa Avenida, con dirección Norte Sur y Poniente Oriente, lo constituyen bellos y hermosos edificios, monumentos y otras construcciones. Iniciamos con la llamada Fuente de Petróleos, monumento que enlaza la historia del rescate petrolero con el México moderno. Continúa con el Bosque de Chapultepec, parque boscoso que viene desde los Aztecas y cuyo Lago es fuente de inspiración para presentar espectáculos nocturnos hermosos (la Danza del Lago de los Cisnes), hasta el lugar preferido de las tertulias familiares dominicales.

En ese Bosque se encuentra también la Auditorio Nacional, lugar emblemático de los grandes espectáculos musicales y uno de los preferidos por el público mexicano para admirar a sus ídolos. Le siguen una suerte de Museos muy interesantes para conocer más sobre la historia de este país y su arte y cultura, como son el Museo de Antropología e Historia, con su guardián Tláloc al frente, el Museo de Arte Moderno y el Museo Tamayo, además de, obviamente el muy visitado Zoológico del parque. En las aceras de este último son ya famosas las pinturas e imágenes que conforman un auténtico museo al aire libre y que muchos capitalinos disfrutan gratuitamente admirando tales obras.

La avenida continua con grandes edificios y amplias glorietas. En éstas se encuentran algunos de los monumentos más bellos y famosos de la ciudad, como el Ángel de la Independencia y la Diana Cazadora. El amplio espacio de las banquetas de esta avenida se presta a que enormes multitudes la recorran día a día y en algunas ocasiones se presentan exposiciones temporales, como la de las Culturas Amigas.

La Avenida continúa con otras famosas glorietas, como las de Cuitláhuac, en su cruce con Insurgentes, y la de Colón, frente a hoteles y oficinas modernas.

El encanto de esta Avenida se termina en su cruce con la Avenida Juárez, donde estaba el “Caballito”, frente al edificio de la Lotería Nacional. Hoy el Caballito se trasladó al frente del Palacio de Tolsá y del de Minería, en la avenida Tacuba. En su lugar quedó otra escultura, más simbólica y virtual que real, de un caballito amarillo.

En ese cruce de Avenida Juárez, preferimos dar vuelta hacia el centro, pues Paseo de la Reforma pasa a ser una simple calle más que terminará hasta el norte de la ciudad convertida en Avenida de los Misterios y hasta la Villa de Guadalupe.

En Avenida Juárez se concentra también más de la belleza de esta ciudad, pues tiene a sus márgenes la Alameda central, el Hemiciclo a Juárez y el hermoso Palacio de Bellas Artes, además de otros edificios más modernos, como la Torre Judicial y la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que dentro del mar de abogados y coyotes que litigan por divorcios, pensiones alimenticias y muchas otras controversias familiares, está también el Museo de la Memoria y Tolerancia.

La Avenida Juárez termina en el Eje Central, frente al Edificio del Banco de México y de la Torre Latinoamericana, el primer rascacielos de América Latina y se convierte en la ya famosa calle peatonal de Francisco I Madero, quizá la más concurrida por los paseantes de a pie del Centro Histórico.  Esta calle es histórica, pues era la preferida de la clase aristocrática del Porfiriato; se llamaba Plateros, pues en ella estaban las joyerías y platerías más importantes de la ciudad en aquella época.

Y, finalmente, la calle culmina en el Zócalo de la Ciudad, frente a la sede de los poderes políticos y religioso, es decir, el Palacio Nacional, el del Ayuntamiento o Gobierno de la Ciudad, y la bella y simbólica Catedral de México.

Continuando con este paseo virtual por algunas de las avenidas de esta Ciudad, tenemos a la quizá más larga de ellas, la de los Insurgentes. Se extiende desde la carretera a Pachuca hasta la de Cuernavaca y Acapulco, es decir, cruza toda la ciudad. Esta es una amplia calle que tiene tres tramos claramente definidos: El primero, en el Norte, una amplia avenida sin mucho chiste que casi es vía rápida y que permite la salida a Pachuca, Teotihuacán y otros lugares del Estado de México.

El segundo tramo, es la parte central, en donde cruza Paseo de la Reforma y recorre algunos centros comerciales y la famosa en los sesentas, bautizada así por José Luis Cuevas, recientemente fallecido, “Zona Rosa”, lugar de muchos antros, hoteles y restaurantes. Cuando en México no estaba muy permitida la homosexualidad, esta zona era la preferida de las personas de esa preferencia sexual. Hoy siguen abriendo sus puertas antros de ese tipo.

Conforme avanza hacia el sur, pasando la Glorieta Insurgentes, empieza la tercera parte de esta avenida y es la más bella y arbolada. Muchos comercios, restaurantes y bares en sus aceras, culminan al llegar a la aristocrática zona de San Ángel y, más al sur, Ciudad Universitaria, con su Estadio Olímpico y la Torre de Rectoría de la UNAM, que atestigua la enorme concentración estudiantil de la mejor y más grande Universidad de México y Latinoamérica, además de sus bellos murales y grandes obras arquitectónicas construidas desde la década de los cincuentas.

La avenida pierde su encanto ya más al sur pues se convierte en una vía que da salida a Cuernavaca y Acapulco, con sus grandes congestionamientos los fines de semana, hoy un poco aliviados con el segundo piso, pero que le dieron en la torre al paisaje urbanístico de la ciudad.

Terminamos con una breve reseña de la quizá avenida más transitada de la ciudad, la Calzada Zaragoza, que posiblemente ése sea su único mérito. Infinidad de camiones de pasajeros, tanto urbanos como suburbanos, además de los que van a largos trayectos y otras ciudades, tráilers, micros echando carreras por el pasaje, metro, con sus estaciones llenas de vendedores ambulantes y mototaxis, automóviles y motocicletas al por mayor, constituyen los huéspedes naturales de esta importante vía que sirve para desahogar y comunicar a la ciudad con el poniente del país, Puebla, Veracruz y otros lugares. También es la avenida donde ocurren más accidentes viales, pues los automovilistas, e incluso los camiones de pasajeros, la convierten en una pista de carreras y su pavimento no es precisamente de lo mejor.

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