La reforma energética en México significó la expropiación de la riqueza nacional y la condena a la pobreza de la población, al privatizarse una empresa edificada con recursos del pueblo, consideró el doctor en física, Nicolás Domínguez Vergara, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El académico de la Unidad Azcapotzalco presentó –dentro del programa del LibroFest Metropolitano 2016– Y los veneros del petróleo, el diablo, escrito conjuntamente con el investigador en ingeniería civil Reynaldo Vela Coreño.
Los bajos precios del petróleo sólo aceleraron las consecuencias adversas que afronta la economía mexicana: desempleo; pérdida de trabajos calificados; escasez de salarios bien remunerados; quiebra de empresas pequeñas conectadas al sector; el desmantelamiento de Petróleos Mexicanos (Pemex); el abandono de comunidades en zonas petroleras, por ejemplo en Campeche, y falta de inversiones, entre otros.
Dijo que “si la reforma hubiera sido elaborada para ofrecer resultados positivos, el énfasis hubiera estado en el desarrollo de ciencia, tecnológica e innovación, porque son los que generan riqueza a los países”.
La reforma energética despojó al país de sus recursos petroleros mediante el apoyo de los partidos políticos que participaron en el denominado Pacto por México –Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática– que impulsaron las modificaciones a los artículos constitucionales 25, 27 y 28, que “eran un engranaje que sostenía a la sociedad mexicana”.
Sobre las observaciones a las leyes secundarias, la obra señala que no se asegura la restitución de las reservas ni se pone límite a la sobreexplotación, lo que sería necesario para una gestión racional del sector.
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