El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) dio a conocer la quinta edición de su informe, Perspectivas del Medio Ambiente Mundial (GEO-5, por sus siglas en inglés), el cual señala que los trabajos ambientales que se habían fijado en los planes mundiales, entre sus metas principales, solo uno de los cuatro ejes de trabajo presenta avances.
Dichos puntos, de acuerdo al PNUMA; son la eliminación de la producción y el uso de sustancias que agotan la capa de ozono, la eliminación del plomo de la gasolina, el acceso a un mejor abastecimiento de agua y el fomento de la investigación para reducir la contaminación del medio marino.
Además que se han logrado algunos avances en 40 de las metas, por ejemplo, en la ampliación de las áreas protegidas y en los esfuerzos para reducir la deforestación.
Siendo nulos los progresos en 24 de ellas, incluidos el cambio climático, las poblaciones de peces, y la desertificación y la sequía.
Se observaron retrocesos en ocho de las metas, entre las que figuran el estado de los arrecifes de coral a nivel mundial. Por su parte, 14 de los objetivos no pudieron evaluarse por falta de datos.
La región de América Latina y el Caribe alberga el 23 por ciento de los bosques del mundo y el 31 por ciento de sus recursos de agua dulce. Sin embargo, el consumo y la producción insostenibles – asociados principalmente a la agricultura y a la extracción de materias primas – están acelerando la degradación del medio ambiente.
Los países de la región comparten una serie de desafíos ambientales, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la gestión de la tierra, la degradación de las zonas costeras y marinas, la urbanización, la pobreza y la desigualdad.
El crecimiento de la población de la región, ya en gran medida urbanizada, trae consigo el reto de proporcionar agua potable y saneamiento a ciudades en pleno proceso de expansión.
Según el informe GEO-5, otro de los grandes retos de la región es el establecimiento de un marco de gobernanza ambiental sólido, que incorpore la gestión del capital natural, la participación pública, la educación y una cultura de conciencia ambiental, así como la reducción de la brecha entre la ciencia y la política.
El GEO-5 destaca una serie de iniciativas emprendidas en América Latina y el Caribe, que están liderando el camino hacia una economía verde caracterizada por unas bajas emisiones de carbono y el uso eficiente de los recursos.
Las áreas protegidas de la región, por ejemplo, cubren más de 500 millones de hectáreas repartidas en 4.400 zonas diferentes. Se considera que representan una de las medidas de política más importantes de la región para la conservación de la diversidad biológica, además de contribuir a la adaptación al cambio climático y su mitigación, y al PIB nacional, si van acompañadas de una gestión adecuada.
Por su parte, el Corredor Biológico Mesoamericano, establecido por ocho países de América Central, actúa como una autopista que une grandes e importantes hábitats de vida silvestre. Al fomentar una mayor participación de las comunidades locales, el corredor ayuda a promover un mayor sentido de bienestar, garantizando al mismo tiempo la protección del patrimonio biológico de la región.
Según el GEO-5, un modelo de desarrollo más sostenible para la región requerirá mejores estrategias nacionales y regionales que puedan abordar de forma simultánea los problemas ambientales y económicos y, sobre todo, hacer frente a los desafíos más graves de la región: la pobreza y la desigualdad. También se necesita una mejor gobernanza, la participación activa de la comunidad y un alto nivel de cooperación interinstitucional.
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