Ante el embate que presenta el cambio climático en diversos sectores sociales se hace indispensable el optar por mecanismos de mitigación que no afecten la perdida de biodiversidad, ramos forestales, así como la seguridad alimentaría del país.
Esto fue parte de lo expuesto en la XXIX Videoconferencia temática para medios de comunicación, Los bosques, las costas y la agricultura mexicana frente al cambio climático de parte del Sistema de Centros Públicos de Investigación Conacyt, en donde los expertos acordaron que es necesario un mecanismo de cambio, la adaptación debe pensarse a largo plazo.
Ben de Jong, profesor investigador de Ecosur, indicó que la Conafor y el INEGI han informado que los sectores forestales están más que nunca padeciendo por los cambios en uso de suelo que provocan la degradación de estos ecosistemas, sin embargo, para que los productores puedan aprovechan en los recursos económicos se necesita un permiso de manejo de la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que catalogó como procesos lentos muy difíciles de cumplir para los pequeños propietarios forestales.
Dijo que es urgente que se de una sinergia de trabajos de la Semarnat y Sagarpa para saber dar un adecuado uso de los ecosistemas y aunado a la Sedesol se establezcan los planes y apoyos adecuados al desarrollo social y no cada uno jale por su lado truncando los planes de la otra dependencia, esto tanto en conservación ambiental, social y agropecuaria.
“En su conjunto están invirtiendo casi 100 mil millones de pesos en desarrollo rural que no está generando el cambio que esperamos. Los mecanismos internacionales como red plus pueden ser complementos para generar los procesos de cambio que necesitamos pero se debe actuar al interior del país también”.
El especialista en análisis económico de captura de carbono en proyectos (agro)forestales hizo hincapié en la pertinencia de definir programas respecto a los problemas climáticos de cada zona. El cambio climático y los bosques están ligados. 10% de las emisiones de carbono se derivan de la deforestación por lo que es necesario eliminar las causas de ésta”.
Fernando Briones, del Ciesas-DF indicó que en materia de sistemas agropecuarios, éstos deben compartir la misma finalidad que los elementos de sustentabilidad de los ecosistemas y comentó que entre las consecuencias de la pérdida de agricultura local están las migraciones y el alza de precios de los granos como el maíz y el frijol. “Vamos a dos velocidades: la del Estado y la de la gente, los productores se ven en la necesidad de tomar decisiones. Fue un error haber sacado de la agenda nacional el tema de la agricultura”.
Manifestó que los cambios en los niveles de lluvia que representan pérdidas importantes en el proceso de siembra, puntualizó que no hay que romantizar el conocimiento tradicional, porque si se mantienen practicas y tradiciones ya no serán eficaces para el futuro de sequia.
Y si bien se esta buscando el fomento de las agricultura sustentable “se requiere cierto capital social que está llegando a cuenta gotas al país, necesitamos invertir en el capital social y el capital técnico para lograr las metas, de poco sirve tener una plataforma en internet muy atractiva si aún no sabemos ni escribir, ni llenar formularios”.
Por su parte, el biólogo Arturo Ruiz, denunció que no existen los adecuados recursos para la conservación de los humedales costeros, y que los programas para su preservación son prácticamente inexistentes.
Ecosistemas que dijo se encuentran entre los sistemas naturales más productivos, ofreciendo diversos servicios ecosistémicos, como protección contra inundaciones, producción de alimentos, refugio de especies acuáticas y aves, trampa de contaminantes y depuración de agua, entre otros. Lo cual no ha sido entendido por las autoridades que no los preservan de acuerdo s su importancia adecuada.
Señaló que el cambio climático a repercutido directamente en el incremento en contaminantes que les afecta, al ubicarse en la parte terminal de las cuencas. Situación que para ser revertida exige contar con un real ordenamiento territorial y ecológico adecuado, con perspectivas de largo plazo, que genere beneficios inmediatos.
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