México genera 42.1 millones de toneladas anuales de residuos sólidos urbanos (RSU) y la mayoría de los municipios contamina aire y suelos, debido a que 99.43 por ciento ofrece servicio de recolección, pero sólo 22.34 por ciento cuenta con disposición final controlada en sus rellenos sanitarios.
Las licenciadas María Elena Sánchez Vilchis, Patricia Galán Lara, Mariana López Ortiz y Ester Calderón Casanova de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) señalaron que pese a la abundancia de datos hay escasa vinculación entre el gobierno, la sociedad civil, la industria y la academia para generar políticas públicas e incidir positivamente en la gestión de los RSU.
El proyecto de investigación Hacia un sistema de información para la toma de decisiones sobre la gestión de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU) en la Ciudad de México (CDMX), analizará el procesamiento de esos desechos a través de elementos diversos que intervienen para modelar una propuesta que propicie una visualización de datos útiles en la toma de decisiones.
Emplearon en este trabajo una minería de datos y el análisis del conjunto de éstos para encontrar patrones, relaciones, modelos y tendencias que los transformen en una estructura comprensible y permitan su uso posterior.
También trabajan en el diseño y la visualización de información para convertir los datos complejos y propiciar conocimiento y estrategias de comunicación en favor del desarrollo sostenible. Con el fin de modelar un sistema, los maestrantes proponen la explotación y la modelación de la información, a la par de un análisis InSight.
La idea no es ocuparse de las causas ni reducir los impactos medioambientales de los RSU, sino facilitar información para generar las políticas públicas sobre el tema.
Los maestrantes señalaron que la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR) define que éstos son producidos en las casas habitación y son resultado de la eliminación de los materiales usados en las actividades domésticas, de los productos que consumen y de sus envases, embalajes o empaques, además de los que provienen de cualquier otra actividad dentro de establecimientos o en la vía pública.
La gestión de RSU debe entenderse como un conjunto de operaciones que se realiza desde que éstos se generan en los hogares, hasta que son colocados en los sitos de disposición final y está sustentada en cuatro etapas: la generación –se ubica en las casas o asentamientos urbanos–; la transferencia –implica la cobertura en los servicios de recolección y traslado a los sitos finales–; la selección –se separan los residuos que van a reciclarse– y la disposición final –sitio de depósito, ya sea relleno sanitario o a cielo abierto–.
Esas fases pretenden mantener un equilibrio entre la generación y su disposición final eficiente, que permita limitar los impactos adversos ambientales producidos por la generación de RSU. Entre los impactos ambientales sobresalen: la generación de biogases, la contaminación del suelo y de los cuerpos de agua, así como la reproducción de la fauna nociva y la transmisión de enfermedades.
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