En medio de todo problema reside una oportunidad dependiendo las acciones a tomar, el tema del manejo de residuos no es la excepción. En México se generan aproximadamente 100 mil toneladas de residuos sólidos urbanos (RSU) por día, con una tendencia de incremento y a esto se contrapone que cada vez hay menos sitios de disposición final tradicional como lo es un relleno sanitario -espacio donde se depositan los residuos sólidos de una ciudad después de haber recibido determinados tratamientos-.
Durante 2018, los habitantes de la Ciudad de México (CDMX) y su población flotante generaron 13,073 toneladas diarias de residuos sólidos, según el Inventario de Residuos Sólidos CDMX 2018, de la Secretaría del Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad de México, convirtiéndola en una de las ciudades generadoras más grandes no sólo del país, sino del mundo.
La disposición de estos residuos es el área de oportunidad a considerar en los siguientes años y el reciclar es un paso vital para la conservación del entorno y sostenibilidad.
El reciclar no obedece a un sentido de tendencia o apariencia sino a uno de permanencia y la tecnología vuelve a convertirse en la aliada de esta acción, ayudando a optimizar y agilizar los procesos, a la disminución de uso de combustibles fósiles, ahorrando en costos de energía de producción o simplemente a reducir la huella de carbono en términos generales.
Datos impactantes sobre los residuos ayudan a vislumbrar cómo la tecnología puede ser un factor diferencial en los pronósticos ambientales:
8 millones de toneladas de plástico van a parar a nuestros océanos.
Se requiere un 70% menos de energía para reciclar papel en comparación con su fabricación a partir de materia prima.
Una botella de vidrio reciclada ahorraría energía suficiente para abastecer a un equipo de cómputo durante 25 minutos.
El reciclaje de una sola tirada de un periódico de gran cobertura como el New York Times ahorraría hasta 75,000 árboles.
Si se usa chatarra reciclada para hacer latas de aluminio, se consume un 95% menos de energía que si se fabrican a partir de materias primas.
El uso de cobre reciclado ahorra entre un 85 y un 90 por ciento de energía con respecto a si se usa cobre nuevo tomado de la veta virgen durante su procesamiento.
Al respecto se puede mencionar el caso de Tomra, empresa fundada en 1972 y desde entonces optimizó continuamente sus soluciones de clasificación basadas en sensores para proporcionar las mejores soluciones para los desafíos actuales y futuros. Hoy en día, Tomra tiene más de 6,000 sistemas instalados en más de 80 mercados y es pionero en la automatización de la clasificación de residuos, incluidos los residuos sólidos municipales, plásticos y metales.
Sus sistemas de clasificación flexibles pueden preparar y clasificar varios tipos de metales y residuos para el reciclaje de materiales o la recuperación de energía en un tiempo muy corto. Con uno de sus equipos, por ejemplo, pueden procesar aproximadamente 1.5 millones de botellas de plástico PET de 600 ml por hora, identificando el polímero con el cual está fabricado, de qué color es cada una, si cuentan aún con su etiqueta, si dentro de ellas hay algún metal, todo a través de la tecnología de infrarrojos, cámaras e inteligencia artificial.
Esta empresa funge como asesor científico y es miembro del Pacto Mundial de Naciones Unidas, con el objetivo de implementar políticas éticas en todo el mundo. Como parte de su búsqueda para la mejora del medio ambiente, su clasificación basada en sensores ayuda a que se disminuya el número de vertederos a través del uso eficiente de los residuos como materias primas, lo cual deriva en una menor polución.
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