Un hálito de incertidumbre y temor sobre un posible fracaso de la Cumbre Climática (COP-16) a celebrarse en Cancún, el próximo fin de este mes y los primeros días de diciembre, recorre el país.
Estos temores parecieran estar alimentados por el mismo gobierno federal que no estaría haciendo todo lo suficiente para que en Cancún se logren acuerdos fructíferos para enfrentar los efectos del Cambio Climático.
Organizaciones ambientalistas estiman que el fracaso de Copenhague, del año pasado, pesa mucho en el ánimo de los organizadores mexicanos, quienes consideran que Cancún sería sólo una prolongación de esa falta de acuerdos trascendentes.
Lo cierto es que existen muchas cabezas en la organización climática, pero muy poca efectividad en sus decisiones.
Se estima que a la COP-16 asistan más de 16 mil personas, entre funcionarios de Naciones Unidas (ONU), representantes de 194 países e integrantes de asociaciones civiles, particularmente ligadas al Medio Ambiente.
El sector medioambiental nacional, encabezado por la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat), obtuvo para el año próximo un incremento considerable en su presupuesto aprobado por el Congreso federal, que ascendió a 51 mil 298. 3 millones de pesos.
México es uno de los países que más se ven afectados por los diversos fenómenos meteorológicos, al ubicarse, geográficamente, en la región intertropical, paso obligado de ciclones y alteraciones climáticas.
Hasta el momento carece de una Ley sobre Cambio Climático que aún se discute en el Congreso federal y su sistema de Protección Civil es altamente deficiente para enfrentar los problemas meteorológicos.
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