José Manuel López Castro
Luis E. Velasco Yépez
CAMPO Y DESARROLLO
En los últimos días, tres productos agropecuarios han causado revuelo: limón, cebolla y huevo. En el caso del cítrico, en algunas ciudades se reporta hasta en 50 pesos el kilo y es uno de los factores que aumentaron la inflación, según los reportes de las autoridades respectiva. No es nada nuevo. Durante el invierno, la producción del limón cae por razones naturales y comienza a repuntar a finales de marzo para en abril iniciar su apogeo. Hasta aquí todo es normal. Sin embargo, un amplio estudio de la Universidad de Colima revela otros factores que inciden en estas curvas del precio al consumir. Destacan varias, pero llama la atención el papel que juegan los intermediarios, un eslabón en la comercialización de los productos del campo que México no ha podido controlar, aunque, a decir verdad, ser intermediario tampoco es cosa fácil, porque existen muchos en el mercado nacional y todos quieren participar en las ganancias de esos productos, aunque sólo unos cuantos que son quienes tienen cierta relación con funcionarios o bodegueros son quienes se llevan la mayor tajada. Los programas oficiales, hasta ahora implantados para normalizar estas anomalías, no han funcionado y, en la mayoría de los casos, han quedado sólo en buenas intenciones. Además, se ha disparado el uso del aceite de limón que tiene diversos usos en las industrias refresquera, cosmetológica y farmacéutica. México es el quinto productor mundial de limón y la cosecha anual supera el millón de toneladas; en limón mexicana ocupa el primer lugar mundial. La mayoría se destina al mercado interno y una parte a la exportación, sobre todo a Estados Unidos.
REDUCCIÓN DE 50% DE COSTOS AMBIENTALES
Cómo en realidad no se hicieron grandes inversiones para frenar y revertir la contaminación ambiental y agotamiento de los recursos naturales, resulta un cuanto absurda la información del INEGI en las Cuentas Económicas y Ecológicas de México 2012, misma que se da a conocer con dos años de atraso. Así que lo que haya pasado en 2014, se conocerá oficialmente hasta el 2016. Por lo tanto resulta lógico presumir que la información y datos, están rasurados y maquillados, sobretodo mucho de lo programado se queda en el discurso y las promesas internacionales, pues son para recibir aplausos y premios. De acuerdo con a la CEEM, en 2009, los costos totales por agotamiento y degradación ambiental alcanzó el 14.3 por ciento del Producto Interno Bruto; 2010, llegó a 14.4 del PIB y en 2011, bajó a 12.8 por ciento del PIB. Pero para el 2012, cuando se decía que se padecía la peor sequía en 70 años, pácatelas, resulta que los daños y costos por degradación ambiental y agotamiento de recursos naturales, se redujo grande e increíblemente. Del 12.8 por ciento del PIB, se bajó por arte de la magia al 6.3 por ciento. Esto parece irracional, sobre todo cuando se toma en cuenta que lo recomendable es que el gobierno invierta una suma similar a los costos ambientales en reparar los daños, porque es la única forma de frenar el empobrecimiento del país. Si se tuvo una pérdida del PIB del 14.4 en 2010 que fue el año más lluvioso en los últimos 50 años, de qué serviría crecer 1 por ciento en ese año?
NUMERALIA AMABLE
En esta columna citaremos los datos más pequeños de Cuentas Económicas y Ecológicas de México 2012; para el otro número, les desmenuzaremos las cifras más grandes. Bueno, ahí les va: Agricultura, cría y explotación de animales, aprovechamiento forestal, pesca y caza tuvo pérdidas económicas por la degradación ambiental y agotamiento de los recursos naturales por 104,113.3 millones de pesos; para mejorar la situación, la inversión en estos rubros fue de 514.3 millones de pesos.
Aunque usted no lo pudiera creer, el INEGI nos dice que la minería tuvo pérdidas económicas por 219,138.2 millones de pesos; para que se vea que sí se invierte en la gestión ambiental en un sector tan sensible para la macroeconomía mexicana, se le destinaron 24,501.8 millones de pesos. Sí, claro, en 2012.
En generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final, se registraron pérdidas mínimas: 6,440.1 millones de pesos. Y para combatir el problema se invirtió mucho: 31,492.3 millones de pesos.
En la industria de la construcción, también se suscitó una situación similar a la anterior: Tuvo pérdidas por 1,086.5 millones de pesos, pero para tratar de subsanar la situación se le invirtieron en gestión medioambiental, 34,074.4 millones de pesos.
Por lo que toca a la industria manufacturera, se establece que tuvo pérdidas por 37,291.6 millones de pesos y en transportes, correos y almacenamiento, las pérdidas ascienden a 316,858.5 millones de pesos y nos dice el INEGI que no existen datos de lo que se invirtió en combatir la degradación ambiental.
En lo que se refiere a otros servicios excepto actividades del gobierno, se registraron pérdidas por 41,812.2 millones de pesos y tampoco existe el dato de cuánto se invirtió aquí.
Aún cuando no se especifica, en el rubro de las actividades del gobierno se da a conocer que registró pérdida por 21,889.2 millones de pesos y la inversión fue de 28,692.3 millones de pesos. Si la inversión en gestión ambiental siempre fuera superior a los costos ambientales, definitivamente, otro gallo nos cantara.
Finalmente por hoy, el INEGI asevera que en el resto de los sectores y hogares, los costos medioambientales ascienden a 236,434.4 millones de pesos y para mitigar la situación, la inversión fue de 3,658.9 millones de pesos.
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