Sustentabilidad

Valor comercial de lo natural

Francisco Bonilla, docente especializado en temas de Agua y Arquitectura de la Universidad del Medio Ambiente (UMA), cuestionó ¿con cuánto dinero podemos comprar el aire limpio, una vez agotada su pureza?, ¿dónde podremos comprar una especie que nos brinda servicios ambientales, una vez que se ha extinguido?, ¿en qué lugar místico se encuentra el centro comercial dónde podamos comprar selvas, cuando las hayamos convertido en desiertos?.

Los humanos, como criaturas del Planeta, se nos ha olvidado volvernos nativos de la tierra y durante 100 años de locura industrial hemos tratado a la casa que nos da cobijo no sólo con el mayor de nuestro desprecio, sino como criaturas poseídas por una locura colectiva, cuya consigna pareciese ser destruir para crecer.

Los ecosistemas y sus habitantes nos brindan servicios ambientales, como la regulación de gases (producción de oxígeno y secuestro de carbono), producción de la biodiversidad y regulación de los ciclos del agua, junto con su regeneración.

En los ecosistemas habita una gran diversidad de especies las cuales, gracias tanto a su gran diversidad, como a sus complejas redes de interacción, permiten que los nutrientes de la vida fluyan ilimitadamente en procesos circulares, desde el manzano que crece a partir de una capa de tierra orgánica saludable, el caballo que se come el fruto del árbol, el gusano que se come al caballo cuando se muere y regresa a la tierra humus orgánico desde su tracto digestivo el cual permite que el árbol de manzanas pueda crecer, florecer y prosperar a partir de este ciclo de nutrientes.

Desde este contexto, cada hoja en blanco nos podría contar una historia acerca de la excelencia en la calidad de su manufactura, el precio tan conveniente que obtuvimos al comprarlo y las bondades de la marca que seleccionamos, pero también nos puede contar la historia silenciosa del bosque que fue convertido en pulpa para transformarla en rollos de papel y de los gritos en silencio de las criaturas que perdieron el hábitat donde vivir.

Nos podría contar la historia del oxígeno que dejó de ser liberado por los árboles y del carbono que dejaron de secuestrar y también del agua que se dejó de infiltrar y purificar, junto con la humedad que se dejó retener.

Esta historia no sólo nos narraría relatos del papel, sino de la pérdida del tejido invisible que unía a las criaturas físicas del bosque que ahí vivían y que les permitía, en colectividad, colaborar a cada una en el proceso de regeneración de la Naturaleza para que pueda realizar el milagro cotidiano de manifestar la vida.

Cuando los humanos talamos bosques no sabemos lo que estamos haciendo porque, en realidad, lo que no sabemos es la Naturaleza de aquello que estamos deshaciendo.

¿Qué sucedería si nuestras organizaciones, nuestros procesos industriales y nuestras edificaciones las diseñáramos como árboles que regresasen más al entorno de lo que se toma de él?, ¿Qué sucedería si las edificaciones descargasen el agua más limpia de lo que originalmente entró en ellas?

¿Qué sucedería si las organizaciones permitiesen tal calidad de vida durante la jornada de trabajo que sus integrantes regresasen a sus hogares más motivados y llenos de entusiasmo que como llegaron?, ¿serán estas ideas el producto de una utopía o una necesidad apremiante?.

Comentarios Cerrados

Los comentarios están cerrados. No podrás dejar un comentario en esta entrada.