En México, 7 de cada 10 hogares tienen una mascota, de los cuales 80% son perros, lo que los convierte en el animal de compañía favorito; sin embargo, en contraste con lo anterior, sólo el 30% de los propietarios dan un seguimiento adecuado a la desparasitación de su canino, poniendo en riesgo no sólo la salud de ellos, sino también de toda la familia.
De hecho, de los mil 415 patógenos humanos que se conocen, más del 60% son zoonóticos; es decir, son trasmitidos por animales, siendo las enfermedades parasitarias las más preocupantes porque afectan principalmente a niños y adultos mayores, además de que están presentes tanto en poblaciones urbanas como rurales.
Durante el XXXVII Congreso Nacional de la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies (AMMVEPE), Felipe Bedoya López, Gerente Técnico Nacional del segmento de Animales de Compañía de Boehringer Ingelheim Animal Health México, comentó que la falta de higiene, el inadecuado manejo de las heces fecales, la convivencia con animales infectados, el ambiente donde habita y la ausencia de un control veterinario, son los principales factores que hacen que una mascota sea propensa a adquirir parásitos externos e internos.
Comentó que entre los parásitos externos más comunes se encuentran las pulgas y garrapatas, de las cuales en el mundo existen alrededor de 870 especies y más de 2 mil, respectivamente, mismas que se adquieren fácilmente en jardines, parques o lugares públicos, aferrándose a la piel del perro para finalmente alimentarse de su sangre.
“Aunque estos incómodos huéspedes están presentes todo el año, la primavera y el verano son las épocas donde más proliferan debido al calor y la humedad. Además de molestar y generar reacciones alérgicas cutáneas debido a sus mordeduras y picaduras, estos son portadores de microorganismos potencialmente mortales como: Erlichia, Anaplasma, Lyme o Dipylidium, algunos de los cuales pueden infectar a cualquier miembro de la familia accidentalmente utilizando los mismos mecanismos, lo que podría generar enfermedades sumamente delicadas y cuyo tratamiento implica grandes costos económicos”, expuso.
Además, dijo que cuando ocurre una infestación por estos ectoparásitos, lo primero que hacen los propietarios es solucionar el problema con tratamientos repelentes que, sin bien eliminan, no previenen de un segundo brote, desafortunadamente no cumplen con la función de prevenir, dejando a un lado la importancia de controlar los parásitos internos.
Por ello, para cuidar la relación hombre-animal y evitar la trasmisión de zoonosis, es esencial adoptar un programa de desparasitación que se adapte a las características de la mascota, pues el tratamiento variará según la edad, el estilo de vida y zona geográfica donde habite.
Para los veterinarios es esencial contar con un tratamiento que, además de ayudar en el control de parásitos externos, también haga lo propio con los internos; incluso, esto es quizá el punto más importante, pues en los humanos las infecciones por helmintos trasmitidos por el suelo son una zoonosis de gran importancia. En el mundo se estima que existen 1,500 millones de personas infectadas; esto es, casi 24% de la población mundial, de las cuales más de 700 millones son niños.
Destacó que, debido al cambio climático y a la globalización, la Dirofilariosis canina se ha extendido desde climas cálidos a zonas más frías por la presencia de nuevas especies como el mosquito tigre o el crecimiento de las ciudades donde la temperatura media es más elevada, favoreciendo su proliferación en jardines y parques urbanos. “En sus fases iniciales este padecimiento pasa desapercibido, y es en su etapa avanzada cuando produce síntomas como tos persistente, cansancio o jadeo que empeoran poco a poco”, dijo.
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