Pocas enfermedades tienen un efecto tan negativo en la vida de los niños y adolescentes como es el asma persistente o de difícil control, ya que además del impacto físico y económico que conlleva, existen desafíos psicosociales en el hogar o colegio que los afectados deben superar este mal se estima afecta al 12% de los menores de edad mexicanos.
Aunque después del diagnóstico su atención debería ser relativamente sencilla, a menudo pacientes y familiares subestiman la gravedad y aumento progresivo de síntomas como tos, falta de aire u opresión en el pecho, dando lugar a las llamadas crisis o exacerbaciones, que son el principal motivo de urgencias, hospitalización, ausentismo y bajo rendimiento escolar.
Por ello, “es importante que los padres estén bien informados sobre cómo ayudar a sus hijos con asma, pues de no hacerlo pueden ver limitadas sus actividades cotidianas. Además, hay personas que se sienten tan mal que llegan a deprimirse y aislarse”, comentó la actriz mexicana Mariana Avila, quien desde hace más de 30 años vive con este padecimiento que afecta a 300 millones de personas en el mundo, de las cuales cerca de 250 mil fallecen cada año por su causa.
Durante su participación en la rueda de prensa, con motivo del Día Mundial del Asma (7 de mayo), la también conductora de televisión expuso que es un problema respiratorio complejo que genera angustia a quienes lo sufren.
“En mi caso, desde pequeña supe que algo no andaba bien. Cuando jugaba, hacía deporte o me estresaba, tosía mucho, mi pecho silbaba y me faltaba el aire. Me daba pena que por las noches roncara como un señor de más de 60. Para evitarlo, dormía sentada y tenía miedo de no poder respirar y morir. Tristemente, debido a un erróneo diagnóstico de alergia, pasé toda mi niñez sin una terapia adecuada. Fue hasta los 20 años de edad que, después de varios estudios, una neumóloga-pediatra me la diagnosticó y controló”.
Al respecto, la Dra. Mercedes Yance Valenzuela, Neumóloga Pediatra adscrita al Servicio de Neumología Pediátrica del Hospital Star Médica Infantil Privado en Ciudad de México (CDMX), expuso que 5 de cada 10 los niños con asma en edad escolar no están bien controlados a pesar de que reciben corticoides inhalados o un agonista ßeta2 de acción prolongada.
Indicó que “en muchos casos, incrementar la dosis de alguno de ellos puede causar mayores efectos adversos. Y es que la medicación habitual alivia la inflamación de las vías respiratorias y el broncoespasmo (contracción del músculo bronquial) pero no da una solución definitiva, por lo que los pacientes que no están controlados, por lo que este grupo sigue presentando exacerbaciones”.
Señaló que un buen tratamiento farmacológico no solo es aquel que controla las manifestaciones clínicas de la enfermedad, la estabilidad funcional y reduce la utilización de medicamentos de rescate frente a las crisis, sino que también prevé recaídas futuras. Por eso, desde el año pasado la comunidad médica ya cuenta con el medicamento tiotropio para el manejo de niños mexicanos con asma a partir de los 6 años de edad que, pese a estar medicados, continúan sintomáticos.
La también miembro de la Sociedad Mexicana de Neumología y Cirugía de Tórax explicó que este medicamento, desarrollado por Boehringer Ingelheim, es el broncodilatador anticolinérgico de acción prolongada de mayor experiencia clínica al nivel mundial y, debido a sus alto perfil de seguridad y eficacia en población infantil, recientemente fue incluido en las Guías Internacionales de Tratamiento de la Global Initiativa for Asthma (GINA 2018)1.
Asimismo, agregó que tiotropio viene unido a otra innovación, ya que se administra con un dispositivo inhalador fácil de utilizar por los pequeños (Respimat). “Sin producir ningún daño a la capa de ozono, este genera una nube de suave dispersión de partículas microscópicas del medicamento para que lleguen directamente a los pulmones, lo que facilita la respiración de forma inmediata”.
Recordó que el asma se controla, más no se cura, y es una de 15 principales causas de mortalidad en México con 4 mil fallecimientos por año. Los niños afectados es por diversos factores genéticos y ambientales que interactúan para que se desarrolle: predisposición hereditaria a alergias, historia familiar de asma, contacto con alérgenos que se transportan por aire (ácaros, hongos ambientales, polen), exposición a irritantes como humo de tabaco o infecciones virales en los primeros meses o años de vida; incluso, el antecedente personal de rinitis alérgica mal controlada u obesidad.
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