El cáncer de mama es la primera causa de muerte por tumores en las mujeres mexicanas, con un promedio de 10 decesos al día. En los últimos 10 o 20 años en México los fallecimientos por esta enfermedad han aumentado, mientras que en Europa y Estados Unidos han disminuido dramáticamente, afirmaron integrantes del Instituto de investigaciones Biomédicas (IIBm) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Aunque la incidencia de este padecimiento en México es igual a la de Estados Unidos, la mortalidad entre las mexicanas es del doble, porque allá 80 por ciento de las pacientes se diagnostica en la primera etapa de desarrollo del tumor, y aquí, el mismo porcentaje se diagnostica en las etapas 3 o 4, cuando ya los tratamientos son limitados.
Además, en México se presenta de forma temprana: cuando a nivel global ocurre hacia los 60 años, en México sucede antes de los 50, y la razón podría ser la obesidad y la vida sedentaria, explicaron Alfonso León del Río y Alejandro Zentella Dehesa.
Por ello, el Programa de Investigación en Cáncer de Mama, que encabeza el IIBm, desarrolla un proyecto para identificar la relación entre la obesidad y sobrepeso, y dicha afección, pues 70 por ciento de las pacientes con esta neoplasia tiene esa condición, explicaron en conferencia de medios, enmarcada en el Día Internacional contra el Cáncer de Mama, que se conmemorará el 19 de octubre.
“Pensamos que el sobrepeso produce alteraciones metabólicas y hormonales, y es en esa condición anormal en la que se desarrolla el tumor. Hemos propuesto que las células que crecen en ese ambiente serán distintas a las que se desarrollan en condiciones normales”, explicó Zentella.
Los universitarios han descubierto que dos células de cáncer de mama del mismo subtipo molecular que evolucionan en obesidad o en peso normal presentan características biológicas diferentes: la primera crece con mayor rapidez y es más resistente a los fármacos, “lo que implicaría ajustes en la dosificación del tratamiento”.
León del Río reiteró que el objetivo de dicho programa de investigación es identificar y caracterizar los componentes genéticos, medioambientales y epigenéticos (de modificación en la expresión de los genes, que son heredables) que contribuyen al desarrollo de la enfermedad en mujeres mexicanas, y eventualmente desarrollar nuevos métodos y estrategias para el diagnóstico y tratamiento.
En esta labor interactúan investigadores de diferentes entidades universitarias, y los laboratorios de la UNAM en institutos nacionales de salud, como el de Cancerología, y el Centro Médico ABC, ubicados en la Ciudad de México (CDMX).
Como parte del programa se desarrollan otros proyectos de investigación traslacional, es decir, llevar el trabajo de los laboratorios a los centros hospitalarios. Así, se analizan proteínas que pueden ser utilizadas como marcadores moleculares para identificar la presencia de un tumor antes de que se manifieste con todos sus síntomas.
Otro proyecto es el de la modulación del sistema inmune, consistente en reactivarlo o “enseñarlo” a reconocer y atacar tumores para controlar su crecimiento y diseminación.
De igual modo, se lleva a los hospitales la llamada genotipificación del tumor, que es la detección de pacientes que desarrollarán cáncer de mama por provenir de una familia en donde la enfermedad se ha manifestado por varias generaciones, asociada a mutaciones o errores en la replicación y reparación del ADN, para que se puedan tomar las medidas preventivas adecuadas.
Zentella subrayó que si los equipos de tratamiento cuentan con especialistas como oncólogos clínicos, y patólogos y radiólogos oncólogos, las pacientes reciben un mejor tratamiento, que se refleja en un tiempo de vida más largo. “Hace cinco años, más de 70 por ciento moría en el primer año después del diagnóstico, cuando ya estaban en etapas avanzadas; hoy, más de la mitad sobrevive el primer año con una calidad de vida relativamente buena”.
Ahora, lo más importante es reducir el tiempo entre la detección del cáncer y el inicio del tratamiento, pues una paciente debe esperar en promedio de ocho a nueve meses, señalaron.
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