Por: Chef Pasquale
Sean caracoles en Europa o escarabajos en Asia, pero sobre todo la riqueza en materia de entomofagia de la América prehispánica y que ha perdurado hasta nuestros días. El consumo de insectos en la historia de la antropología obedece mucho a las necesidades de los pueblos y las carencias a las que se enfrentan.
La zona árida de la meseta central de México y la creciente población de la cultura azteca obligó a sus pobladores a ingerir la inmensa variedad de insectos e invertebrados que se encontraban a su alcance.
Bien hay que recordad que en su condición de esclavos fueron enviados a poblar el cerro de Chapultepec (chapulín) donde sólo podía obtenerse de ahí algunas serpientes, lagartijas, ranas y chapulines; que de forma indiferente fueron a parar a los comales mexicas y ser preparados en diferentes guisos y salsas.
Silvia Kurzcyn, eminente investigadora y chef de la cocina mexicana, es una de las principales promotoras de la preservación y conocimiento de la gastronomía mexicana ancestral; partícipe de congresos a nivel nacional e internacional, invitada a brindar cátedras a las principales universidades de gastronomía mexicana y una de las mayores promotoras de la denominación de la cocina mexicana como patrimonio intangible de la humanidad.
Exquisitos secretos emanan de la tierra para deleitar el paladar de los más exigentes conocedores mexicanos que sólo pueden darse gusto en temporadas como las de finales de verano que las lluvias y el clima coadyuvan a la proliferación de esta fauna exótica, intrigante y fascinante.
Visitar estados como Hidalgo, Puebla, Tlaxcala, el Distrito Federal y adentrarse a sus pequeños pueblos le brindaran la oportunidad de encontrar en algún restaurancillo o fonda tradicional alguno de los manjares que en la siguiente entrega le haré saber en detalle como los escamoles, gusanos de maguey, Chinicuiles, hormigas chicatanas, entre otros.
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