De acuerdo a la opinión de Susana Oliva, directora general Big Foot, tras el anuncio realizado por la Alianza Internacional de Alimentación y Bebidas (IFBA, por sus siglas en inglés) en torno al compromiso de once de las mayores compañías de alimentos y bebidas a nivel mundial de eliminar las grasas trans de producción industrial a finales de 2018; conlleva a que toda la industria de los alimentos debe renovarse e ir más allá de un discurso de mejora en los ingredientes y procesos de producción, y en explicaré por qué.
“Hoy en día, cada vez somos más conscientes de lo que comemos, de los factores contaminantes que deterioran seriamente nuestra salud y, adicionalmente, del impacto ecológico que tiene la producción masiva de alimentos. Ante este entorno, son pocas empresas las que están entendiendo los cambios que ya ocurren fuera de ellas y menos aún las que pueden hacer algo al respecto”, dijo.
Informó queiInvestigaciones y análisis realizados por Big Foot muestran que se ha llegado al punto en que la velocidad de aprendizaje y cambio de hábitos del consumidor es mucho mayor a la velocidad de reacción y oferta de nuevos productos que hoy logran las empresas de consumo masivo de alimentos, al igual que los organismos que regulan a favor de la salud.
Añadió que “somos testigos del crecimiento poco común en el mercado de productos que van más allá del ‘no dañino’ como el no contenido de grasas trans o lo orgánico; lo saludable ya ha adquirido una fuerte carga compensatoria por los males que nos aquejan aportando beneficios mucho más proactivos para la salud, como las propiedades desintoxicantes, la súper nutrición o el robustecimiento del sistema inmunológico (como la espirulina, los probióticos y la cúrcuma)”.
Este tipo de productos no pueden seguirse considerando ‘de nicho’ porque abundan tanto en formatos sofisticados afuera del servicio de transporte colectivo, en jugos y complementos alimenticios, por ejemplo. Esos microproductores personalizan las bebidas de acuerdo al gusto y necesidad del cliente pudiendo garantizar la máxima frescura. ¿Quién elegiría otra cosa?
La industria de Productos de Consumo Empacados (CPG, por sus siglas en inglés) ha optimizado su modelo de negocio a partir de la producción masificada; sin embargo, el valor de lo ‘empacado’ a ‘buen precio’ está perdiendo valor frente a opciones igualmente económicas pero mucho más beneficiosas en un momento crítico de tensión sanitaria que cualquier defeño puede reconocer.
Por todo ello, existen tres tendencias que la industria deberá comenzar a poner más atención:
Adiós a la producción masificada
Lo que por muchos años fue la solución para brindar productos más baratos, hoy, ya no sirve. La producción masificada no atiende necesidades personales y mucho menos vela por el planeta o cuida los recursos naturales.
La tendencia más importante es la búsqueda de una alimentación más responsable con el cuerpo y la vida.
Menos es más
Soluciones inmediatas, en línea, personalizadas, hechas al momento, entre otras, son opciones comerciales que tienen un entendimiento mucho más claro de lo que el consumidor poco a poco irá demandando en su ingesta, y son las pequeñas y medianas empresas quienes lo están entendiendo mejor.
Fragmentar
La cadena de valor en las empresas de CPG va a sumar en negativo. Su fragmentación, en cambio, favorecerá su flexibilidad y capacidad de adaptación frente a los cambios vertiginosos que experimentará el mercado con tensiones ambientales, facilitadores tecnológicos y un consumidor informado, consciente y empoderado.
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