Alumnas y egresadas de la Maestría en Rehabilitación Neurológica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) desarrollan, desde hace poco más de tres años, el Sistema de Vigilancia y Promoción del Desarrollo Integral del Niño (Siviprodin), un programa interinstitucional que contribuye a identificar a niños que pueden presentar alguna alteración en su desarrollo, a fin de canalizarlos a instituciones especializadas y les ofrezcan la atención médica necesaria.
Para llevar a cabo este programa se trabaja en las zonas más pobres de la delegación Iztapalapa, en el Centro de Salud Comunitario de Atención a Niños en Iztapalapa que atiende a cerca de 150 infantes, cuyas edades oscilan entre los cero y los 24 meses, quienes son recibidos, junto con sus cuidadores principales, por pasantes de la Maestría en Rehabilitación Neurológica, así como de la licenciatura en Psicología, aunque también han participado alumnas de la licenciatura en Enfermería, de la Unidad Xochimilco de la UAM.
Jessica Nisaya Contreras, explicó que el sistema surgió gracias a la iniciativa de la UAM y el Laboratorio de Seguimiento y Neurodesarrollo del Instituto Nacional de Pediatría, instituciones que desde hace tiempo han trabajado conjuntamente en diversos proyectos.
“Se dieron cuenta de la necesidad de crear un sistema de vigilancia del desarrollo del niño”, que fuera accesible al primer nivel de atención y posibilitara la identificación de aquellos infantes que tuvieran riesgo de alguna alteración en su desarrollo y de quienes ya la presentaran, para brindarles la atención oportuna.
En este propósito se involucró también el Instituto Nacional de Perinatología y el Centro de Salud “Guillermo Román Carrillo”, de la Secretaría de Salud del Distrito Federal, que tiene inscrito al Siviprodin en el Programa Seguro Médico para una Nueva Generación, que a nivel federal busca “reducir la carga de enfermedad y discapacidad en la población de recién nacidos, contribuir a un crecimiento y desarrollo saludables durante los primeros años de vida, mejorar la salud de las familias de menores ingresos y avanzar hacia un esquema de aseguramiento universal”.
Dijo que el riesgo de los pequeños que atiende el centro puede presentarse no sólo a nivel neurológico, “alguna situación cognitiva, motora e incluso de parálisis cerebral como signos tempranos de patologías que nos pueden llevar a una alteración del desarrollo”, sino también a problemas inherentes al entorno social del niño, tema que en México se ha abordado escasamente.
Expuso que el sistema se integra de tres aspectos relacionados con la evolución fisiológica, el entorno social y la interacción del niño con sus cuidadores principales, ya que no sólo puede ser la madre, sino el padre, los abuelos o los tíos, entre otros casos.
De estos aspectos se desprenden otros subtemas; con respecto al fisiológico se evalúan las capacidades motoras, del lenguaje y cognitivas, entre otras; en tanto que en la parte de interacción se evalúa al cuidador principal, mientras que en la del ambiente social se llevan a cabo visitas domiciliarias para conocer a quienes conviven con el chico y establecer si existen problemas de alcoholismo, drogadicción y violencia, entre otros.
La idea es que una vez identificados los factores de riesgo, estos niños puedan ser “derivados” a instituciones donde se les brinden apoyo fisiológico, psicológico y de nutrición, lo que nos permite prevenir el daño en su desarrollo posterior, insistió.
De acuerdo a Rolando Rivera González, coordinador de este proyecto, se han podido identificar diferentes casos, como de quien se sospechó que podría desarrollar epilepsia, el de un niño con alteraciones visuales (cataratas) o el de una pequeña a quien se “derivó” porque a sus casi dos años presenta problemas para hablar y caminar. También existen también otras dificultades importantes como violencia intrafamiliar, pobreza extrema y situaciones de depresión materna.
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