México aporto muchísimo al mundo del vino desde la perspectiva que en las cartas que redactaron los misioneros frailes, refirieron a la existencia de una uva americana que aunque no era la idónea para la elaboración de vinos sí lo fue para que los misioneros realizaran injertos y experimentos de esta uva, que dio por origen a la que después se llamaría como la uva misión. Y es que durante la plaga de la filoxera por ahí de los años de 1860 y que generaría una enorme crisis económica al dañar en su mayoría a todas las casas productoras vinícolas, fue cuando se llevaría al viejo mundo la uva misión y a través de un sistema de porta injertos se convirtió dicha plaga en un problema menor. Si es cierto que mucho hubo de sí que bien México no encontraría problemas para ser un gran país vinícola, mucho se debió a que en un origen el vino era un producto para españoles, y la Corona restringió la producción en la nueva España favoreciendo a las antiguas casas españolas su comercio hacia las Américas. Al ser México una nación independiente la producción vinícola quedo relegada por no ser algo tan nacional. Y para las fechas recientes, mucho trabajo ha costado educar el paladar de los mexicanos. Un ejemplo de esto menciono; esta el caso de uno de nuestros primeros enólogos del México moderno y pionero en la elaboración de vinos; José Álvarez Asperó, quien trabajaría para la casa Pedro Domecq, y realizaría el vino padre kino; que para muchos podría ser catalogado por ser un mal vino. El hecho es que este suave vino tenía la intención de asimilar a la población en el gusto por la vitivinicultura, de igual forma su botella de estilo, marcarían un icono de los vinos mexicanos. ¿Quien no recuerda en su infancia haber tenido contacto con una botella de Padre Kino? Si bien era la bebida que acompañaba la mesa de algunos de nuestros padres, era la botella que se usaba de dulcero, especiero, florero, lámpara o cualquier otro buen uso que le encontraban nuestras madres. Es muy difícil encarar la industria del vino sin que se le satanice de todos los males del alcoholismo; además los gobiernos mexicanos nunca han favorecido a la industria catalogándola al nivel de cualquier bebida de alta graduación alcohólica e imponiéndole desorbitantes impuestos. Quizá más de un tercio del costo de elaboración de una botella de vino se destine a costear los impuestos, que sin embargo no vemos en el caso de vinos chilenos, argentinos y de otros países que tengan tratado de libre comercio con México puesto que ellos no pagan impuestos y resulte una competencia desleal que vinos de batalla (los tradicionales vinos de mesa) como el Domecq XA, Calafia, L.A. Cetto, sean más caros que un Concha y Toro Chileno por ejemplo. No dudo en lo absoluto de la calidad de los vinos sudamericanos o europeos, pero soy ferviente en apoyar a la industria nacional; siempre que en un estante existe la posibilidad de elegir por un vino mexicano y de otro país, definitivamente siempre opto por lo nuestro. Podría menciona muchísimos casos de éxito de los vinos mexicanos a nivel mundial, pero prefiero recomendarle algunas marcas para que usted se aventure a experimentar en la fascinante oferta de vinos que México en sus diferentes regiones puede ofrecerle. Bibayoff, L.A. Cetto, Casa Pedro Domecq, Casa Freixenet, Casa madero, Chateau Camou, Monte Xanic, Casa de piedra, Adobe Guadalupe, Cavas Valmar, Ferriño, La Bordalesa, La madrileña,Mogor Badán, Los eucaliptos, Santo Tomás, Viña Liceaga. r
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Una copa de vino mexicano en este viernes: http://t.co/O2QkyH5 publicado por @MiAmbiente