Por fin, México decidió cultivar maíz transgénico, después 11 años de moratoria a este tipo de siembras, tiempo en el que el campo maicero se rezagó, pues otras naciones ya lo producen y exportan en cantidades considerables.
Se trata de 15 autorizaciones otorgadas por el gobierno federal para sembrar el cereal, en plan experimental, en Sonora, Sinaloa y Tamaulipas, a las que se sumará, más tarde, Chihuahua, aunque las tres correspondientes al campo tamaulipeco no podrán realizarse por extemporaneidad.
Estos cultivos serían para el ciclo Primavera/Verano, pero el tiempo venció antes de que los productores recibieran las autorizaciones por lo que quedaron pendientes. No así las otras 12, que son para el ciclo Otoño/Invierno.
La liberación de transgénicos al campo contempla tres fases: experimental, piloto y comercial. Las autorizaciones son sólo para el primer paso.
La reacción de los opositores no se hizo esperar. Encabezados por el Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (Conoc), siete organismos político-sociales rechazaron tales autorizaciones y ofrecieron direcciones electrónicas para enviar cartas a la Presidencia de la República donde rechacen las siembras y se mantenga la moratoria.
Empresas semilleras, agrupadas en AgroBioMéxico, expusieron los puntos clave de tales autorizaciones y desestimaron las críticas, al subrayar que los procedimientos de monitoreo y bioseguridad no miden la popularidad de los productos, sino las argumentaciones técnicas y científicas sobre la conveniencia o no de esos cultivos.
De las 6 mil opiniones que recibió la Comisión Intersecretarial encargadas de estas cuestiones (Cibiogem), más de 5 mil 500 cayeron en la categoría de popularidad y, por lo mismo, fueron desechadas.
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