Ante los millones de viajes hombre hacia otras regiones del mundo con diversos huso horario, el organismo humano pide de comer cuando es media noche en aquel lugar o siente una gran necesidad de dormir al mediodía.
Esto provocado en que el cuerpo tarda varios días en ajustarse al nuevo horario, y que a la larga hace necesario el saber que repercute en la salud el tiempo de adaptación, por ello; el Instituto de Neurobiología de la Universidad Nacional Autónoma de México, campus Juriquilla, realiza investigaciones científicas sobre los mecanismos por los cuales funciona el reloj biológico.
El responsable de este trabajo, Mauricio Díaz Muñoz, asegura que “el reloj biológico está presente en todos los organismos y no sólo se limita a medir el tiempo, también regula actividades fisiológicas y conductuales regulando una gran gama de eventos periódicos, como por ejemplo: el latido cardiaco, la presión sanguínea, la función hepática (metabolismo), la temperatura corporal y la producción de hormonas, por mencionar sólo algunos ejemplos”.
Se reconoce que, al menos, hay dos sincronizadores muy importantes en el ambiente y que son capaces de mover las manecillas de nuestro reloj interno: los ciclos de luz / oscuridad y el acceso al alimento.
Es necesario recordar que un ritmo se define como un fenómeno que ocurre de manera cíclica, es decir, que sucede con periodicidad y caracteriza prácticamente todos los procesos fisiológicos y conductuales. Incluso se piensa que sería inusual encontrar algún proceso biológico que no presentara ritmicidad.
Los ritmos biológicos más estudiados, y por ello los mejor comprendidos, son aquellos cuya periodicidad ocurre aproximadamente cada 24 horas, y que son conocidos como “ritmos circadianos” (del latín circa = alrededor de; y dien = día).
La desincronización del reloj biológico ya sea por factores externos (como el cambio de horario), ya por alteraciones genéticas (que impactan directamente al reloj molecular), tiene como consecuencia una gran gama de patologías, como son la fragmentación del sueño, cansancio, depresión, problemas cardiacos y alteraciones metabólicas, como obesidad y diabetes, dijo.
“Uno de estos trastornos, explica el investigador, es el síndrome del viajero conocido como jet lag. Este desajuste aparece en las personas por la lenta y difícil adaptación al horario local después de un viaje que cruza más de cinco husos horarios en un periodo corto. Después de un trayecto largo, con frecuencia se presenta el insomnio, puesto que las horas de descanso locales no coinciden con la referencia temporal interna del viajero recién llegado”, agregó.
A este problema se asocian otras complicaciones más: cansancio, irritación emocional, problemas digestivos, deficiencia en la ejecución de tareas mentales, de aprendizaje y memorización. El síndrome del jet lag afecta de forma distinta, dependiendo si el nuevo horario está atrasado o adelantado en relación con el horario interno de la persona.
“Con el objetivo de acortar los efectos del jet lag, se ha probado la administración de diversos fármacos como la melatonina”. Dicha hormona normalmente se secreta por la glándula pineal en las noches y es un factor endócrino que puede acelerar el ajuste entre los relojes internos. Se ha probado que la administración de melatonina mejora el estado de ánimo y el ajuste del ciclo sueño-vigilia.
Otro ejemplo de un cambio de horario rápido es el que sufren los trabajadores con horarios rotativos. Estas personas experimentan: insomnio al inicio del sueño, despertares frecuentes, fatiga, irritabilidad, malestar general y problemas digestivos que en algunos casos conllevan a la úlcera gástrica.
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