La mayoría de la infraestructura para la salud en México –compuesta por cerca de 17,500 inmuebles públicos y privados (hospitales, clínicas, centros de salud, etc)– está ubicada en áreas de alta vulnerabilidad ante la incidencia de fenómenos naturales destructivos y está por cumplir o ya rebasó la vida útil, considerada de 50 años.
Dichos edificios fueron planeados, diseñados y erigidos con reglamentos y códigos de construcción ya superados, por lo que en muchos casos no se sabe cuál será su desempeño ante fenómenos naturales como la ocurrencia de un sismo de gran magnitud e intensidad semejante al de septiembre de 1985, cuando se colapsaron 11 hospitales públicos y se perdieron alrededor de 5,625 camas censables en la capital mexicana.
Al respecto, el doctor en Arquitectura Salvador Duarte Yuriar mencionó que la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) es la única institución de educación superior que participa en el Programa Hospital Seguro Frente a Desastres (PHS) como integrante del Comité Nacional de Evaluación, Diagnóstico y Certificación, del Grupo Técnico Asesor y como evaluador.
Afirmó que esta Institución hace la formulación del Modelo Preventivo de Fortalecimiento Hospitalario Integral para aplicarlo a hospitales en situación de vulnerabilidad y riesgo, como es el caso del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, de la Ciudad de México y el Hospital General Dr. Aurelio Valdivieso, de la capital del estado de Oaxaca.
El académico del Departamento de Métodos y Sistemas expuso que hay que “cimentar una visión holística y ecocéntrica que ponga en el centro de sus prioridades, la sustentabilidad, la habitabilidad, la resiliencia, el respeto al medio ambiente y la estética en la planeación, diseño, construcción, equipamiento biomédico, tecnológico (electrónico e informático), ocupación, operación y conservación de los nuevos edificios y reconversión de los existentes”.
Explicó que a nivel nacional es necesaria la concurrencia de los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal, la articulación vertical y transversal, sólida y comprometida, entre ellos, aseguró el especialista.
También es “fundamental la participación de la sociedad civil y sus organizaciones para desarrollar medidas de prevención, mitigación y respuesta con el fin de reducir los impactos que provocan grandes pérdidas materiales, de vidas humanas, dolor y sufrimiento, que afectan la gobernanza y condenan a grandes sectores de la población a la pobreza”.
Las ciudades más grandes del mundo son vulnerables a los fuertes efectos de los diferentes fenómenos naturales y antrópicos, globalmente 80 por ciento presenta riesgo de terremotos, 60 por ciento corre riesgo de marejadas y tsunamis y todas enfrentan los nuevos impactos causados por el cambio climático.
Con 50 por ciento de la población viviendo en ciudades y con una proyección de crecimiento sustancial urbano para las próximas décadas es prioritario contar con nuevas herramientas y enfoques que fortalezcan a los gobiernos nacionales y locales, así como a los ciudadanos para garantizar una mejor protección de los recursos humanos, económicos y naturales de pueblos y ciudades, concluyó.
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