* Se caracteriza por cambios en el estado del ánimo, episodios de depresión, manía, hipomanía o mixtos * Para controlar este padecimiento es necesario un tratamiento farmacológico y psicoterapia
El Trastorno bipolar es un padecimiento genético que afecta en promedio a 2% de la población mundial. Se puede diagnosticar desde los tres años de edad y se caracteriza porque las personas cambian radicalmente de estados de ánimo al pasar de la depresión a la euforia.
Se caracteriza por cambios en el estado del ánimo, episodios de depresión, manía, hipomanía o mixtos, informó Francisco Romo Nava, médico adscrito a la Clínica de Trastornos Afectivos del Instituto Nacional de Psiquiatría “Doctor Ramón de la Fuente” de la Secretaría de Salud.
Algunas personas tienen como primer síntoma la depresión mayor, y se manifiesta con ánimo bajo, tristeza, pérdida de interés, aislamiento y culpabilidad, baja de energía, problemas para dormir y pensamientos de muerte.
Existe el tipo uno, dos y el no identificado y se diferencian por las características de sus episodios. El tipo uno incluye depresión y manía que es un periodo durante el cual la persona presenta incremento en la velocidad de sus pensamientos, del lenguaje, elevación del estado del ánimo, euforia y estado irritable.
Aumenta la sexualidad, la energía, actividad hacia labores específicas, gastos excesivos, disminución en las horas para dormir, con tiempo e intensidad particular, características que repercuten en el funcionamiento individual, social y laboral.
El tipo dos se caracteriza por episodios de hipomanía, y son los mismos síntomas de la manía, pero con menor intensidad. En el tipo no especificado los síntomas se pueden confundir con manía o hipomanía.
Francisco Romo dijo que en los menores de 18 años es difícil diferenciar los síntomas del trastorno bipolar con los de la adolescencia, del desarrollo psicosexual, problemas de conducta y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, por ello el diagnóstico es tardío.
Agregó que para controlar este padecimiento es necesario un tratamiento farmacológico combinado, ya que no se cuenta con una terapia suficientemente eficaz, así como psicoeducación y herramientas para contender el padecimiento.
Finalmente, el especialista recomendó observar en niños y jóvenes los cambios en la conducta. Los síntomas más frecuentes son ánimo elevado o expansivo, euforia, irritabilidad o ira, disminución en la necesidad de dormir, ideas de grandeza y niveles altos de energía, hablan rápido, hiperactividad motora, así como aumento en el apetito sexual.
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